viernes, 20 de septiembre de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El pueblo

 



20 de septiembre, viernes. El pueblo despierta temprano. Con las primeras luces del alba se echan a la calle los que van a trabajar fuera. Los coches pasan raudos. Van con prisa. Cinco minutos más de cama y… ¡el tiempo! Siempre luchamos contra el tiempo.

Un poco más tarde se despereza eso que llaman vida. La gente acude hacia las consultas del Centro de Salud; los niños, a los centros escolares. Unos, con ganas; otros, a remolones. Algunas madres – cargan con la cartera – los llevan de la mano; otros, caminan unos pasos por delante. Gente que va y viene, de algún sitio a alguna parte.

Palomas en el alero de un tejado; la mujer de Pacheco vende cupones en la puerta de la iglesia de la Vera Cruz.

- La veleta apunta a levante. No hay agua.

- Eso – le digo – pienso yo, también.

Están ocupadas las sillas de los bares que sirven desayunos en la plaza. Casi la misma gente de siempre. Comparten rato en torno a la mesa. Hay, también, quienes toman el primer café mañanero, solos…

Voy sin rumbo. Sale de una casa un chaval joven: mochila a la espada. Por la hora, edad y atalaje tiene pinta de ir a alguno de los Institutos…

- Buenos días. (No me contesta. Tampoco me sorprende)

Sigo calle delante. Voy por el centro de la calzada. Viene un coche; me aparto en la acera; cuando pasa, vuelvo a la calzada. Sigo camino. Una mujer madrugadora limpia el polvo del enrejado de la ventana… Cuando estoy a su altura:

- Buenos días. (Tampoco contesta al saludo. Pienso que no ha debido oírme)

Las puertas, cerradas. Casi al final de la calle, en sentido contrario, una mujer de las que antes estaban en las esquinas…

- Buenos días, le digo.

-Buenos, días me responde.

Subo a Uriquí. La vista del pueblo, soberbia; el cielo, entoldado. En la lejanía, bajo nubes, la sierra de Mijas; a media distancia, el Hacho de Pizarra. Del pueblo sube un ruido sordo.

A la izquierda, la cúpula rojiza del reloj del Ayuntamiento diseñada por un capitán de la Guardia Civil inspirado en la Puerta del Sol de Madrid. A la derecha, se desparrama el pueblo. Algunos de los templetes que remaban casas de cierto empaque están casi minimizados por las chapas. En su sitio, separado, el castillo. Otea los vientos y al tiempo.

Me acuerdo de los versos de Juan Ramón.Se morirán aquellos que me amaron; /y el pueblo se hará nuevo cada año; /y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado, /mi espíritu errará nostáljico…”

 

 

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