domingo, 15 de septiembre de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pasó el día...

 

                        


         Llegada de la Virgen de Flores a su Santuario. Foto. A. Morales


15 de septiembre, domingo. Nubes altas, viento de levante, mañana fresca. Se ha mitigado el calor de otros días. Desde muy temprano, trasiego de caballos… No es un día cualquiera, la fecha dice que es un día especial.

Se han despertado las palomas con sobresalto de cohetes. No revolotean por la espadaña del Santuario de Flores, ni hay arrullos en los alféizares de las ventanas. Se expande un ruido sordo de palabras; no es el lugar de silencio de siempre. Desde muy temprano faenan los que montan chiringuitos y barras para luego, cuando termine la Eucaristía, después de la llegada de la Virgen se pueda tomar un refrigerio.

La Virgen ha retornado su Santuario – donde se venera desde 1484 bajo esta advocación traída por los hijos de Encinasola, en la toma de Álora - casi un año después. A finales de septiembre del año pasado un acto sacrílego robó el Niño que lleva en sus brazos. Por seguridad la trasladaron a la iglesia de la Vera Cruz. A finales de agosto traslado especial desde la Residencia de Ancianos Señorita Laura a la parroquia de la Encarnación. Novena, cultos, procesión…

Como cada año, el domingo inmediato a la festividad de la Natividad, o sea el 8 de septiembre, en romería retorno al convento que habitaron los Franciscanos Recoletos hasta la desamortización de Mendizábal en 1835.

Antes del cambio de feria, la romería se celebraba el 22 de septiembre,  la Virgen volvía al pueblo donde por motivos de seguridad se trasladó en los años 30 del siglo pasado. No estaba aún restaurado el convento al que volvió en los años 60…

La romería, centenaria, comenzaron a celebrarla, como acción de gracias, los soldados que retornaron de la Guerra de África. Ninguno de los que habían llevado una estampa o un escapulario de la Virgen había sido herido. Lo tomaron como un hecho milagroso.

Muy temprano se puso en marcha el cortejo. Caballistas, carrozas, gente a píe, panda de verdiales, coro romero…, acompañaron a la carroza de la Virgen de la que tiraba una yunta de vacas – ¡los bueyes hace tiempo que desaparecieron de las faenas del campo! -. Paso acompasado y lento. A veces, con parones largos. Quizá, sería un punto a corregir en romerías futuras.

Entre nubes se abrió paso el sol de media mañana. Sigue la comitiva. Van camino del convento a donde llegaron pasadas las 14 horas… ¡Oh, Madre mía de Flores! “Veinticuatro horas del día, / veinticuatro horas que tiene; si tuviera veintisiete, / tres horas más te querría”…. y pasó la romería.


 

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