viernes, 20 de septiembre de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El pueblo
20 de septiembre, viernes. El
pueblo despierta temprano. Con las primeras luces del alba se echan a la calle
los que van a trabajar fuera. Los coches pasan raudos. Van con prisa. Cinco
minutos más de cama y… ¡el tiempo! Siempre luchamos contra el tiempo.
Un poco más tarde se despereza
eso que llaman vida. La gente acude hacia las consultas del Centro de Salud; los
niños, a los centros escolares. Unos, con ganas; otros, a remolones. Algunas
madres – cargan con la cartera – los llevan de la mano; otros, caminan unos
pasos por delante. Gente que va y viene, de algún sitio a alguna parte.
Palomas en el alero de un
tejado; la mujer de Pacheco vende cupones en la puerta de la iglesia de la Vera
Cruz.
- La veleta apunta a levante.
No hay agua.
- Eso – le digo – pienso yo,
también.
Están ocupadas las sillas de
los bares que sirven desayunos en la plaza. Casi la misma gente de siempre. Comparten
rato en torno a la mesa. Hay, también, quienes toman el primer café mañanero,
solos…
Voy sin rumbo. Sale de una casa
un chaval joven: mochila a la espada. Por la hora, edad y atalaje tiene pinta de
ir a alguno de los Institutos…
- Buenos días. (No me contesta.
Tampoco me sorprende)
Sigo calle delante. Voy por el
centro de la calzada. Viene un coche; me aparto en la acera; cuando pasa,
vuelvo a la calzada. Sigo camino. Una mujer madrugadora limpia el polvo del
enrejado de la ventana… Cuando estoy a su altura:
- Buenos días. (Tampoco
contesta al saludo. Pienso que no ha debido oírme)
Las puertas, cerradas. Casi al
final de la calle, en sentido contrario, una mujer de las que antes estaban en
las esquinas…
- Buenos días, le digo.
-Buenos, días me responde.
Subo a Uriquí. La vista del
pueblo, soberbia; el cielo, entoldado. En la lejanía, bajo nubes, la sierra de
Mijas; a media distancia, el Hacho de Pizarra. Del pueblo sube un ruido sordo.
A la izquierda, la cúpula
rojiza del reloj del Ayuntamiento diseñada por un capitán de la Guardia Civil
inspirado en la Puerta del Sol de Madrid. A la derecha, se desparrama el
pueblo. Algunos de los templetes que remaban casas de cierto empaque están casi
minimizados por las chapas. En su sitio, separado, el castillo. Otea los
vientos y al tiempo.
Me acuerdo de los versos de
Juan Ramón. “Se morirán
aquellos que me amaron; /y el pueblo se hará nuevo cada año; /y en el rincón
aquel de mi huerto florido y encalado, /mi espíritu errará nostáljico…”
jueves, 19 de septiembre de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Los chicos
19
de septiembre, jueves. Era verano,
como el del cuento de Ana María Matute, cuando supe de esta mujer y de su
manera de escribir. Andaba por Benagalbón, en la Escuela Hogar la Marina, en
uno de esos cursos a los que uno se apuntaba llevado por la inquietud y por ese
afán de saber, de descubrir lo desconocido, de… ¡qué se yo!
El
profesor llevó a clase un texto de Ana María, Los chicos. No conocía –
no sé mis compañeros – gran cosa de ella. Nos repartió unas hojas impresas con
el cuento. Después, lo comentaríamos…
Comenzaba
así:
Eran
cinco o seis, pero así, en grupo, viniendo carretera adelante, se nos antojaban
quince o veinte. Llegaban casi siempre a las horas achicharradas de la siesta,
cuando el sol caía de plano contra el polvo y la grava desportillada de la
carretera vieja, por donde ya no circulaban camiones ni carros, ni vehículo
alguno. Llegaban entre una nube de polvo que levantaban sus pies, como las
pezuñas de los caballos.
Después,
he sabido que ese cuento era la realidad vivida en Mansilla de la Sierra donde
con cuatro años gravemente enferma fue a casa de sus abuelos para curarse en
aquel rincón de La Rioja. El cuento fue vivencia de otro verano. Duro, real,
fuerte.
Se
construía el pantano de Mansilla – que lo anegó y forzó levantar un pueblo un
poco más ‘arriba’- diseñado en tiempos de la República en el río Najerilla -.
Ella, de niña vivió la terminación de las obras en la posguerra.
No
supo de la dureza que, además, se encerraba en la construcción de aquella
presa. Un grupo de hombres condenados a ‘redimir la pena’ (¿?) prestando la
entrega de su trabajo. Sus familias, instaladas en chabolas y covachas les
habían seguido; los niños con ellas. Mal vivían en las cercanías del pantano.
Cuenta
Ana María como uno de aquellos niños – el más pequeño – fue maltratado y
golpeado por el matoncillo del pueblo, ¡que valiente! cuando una tarde
regresaban desde el río hacia sus cobijos. Al finalizar el atropello dice:
Súbitamente
me miró. Y vi sus ojos de pupilas redondas, que no eran negras, sino de un
pálido color de topacio, transparentes, donde el sol se metía y se volvía de
oro. Bajé los míos, llena de una vergüenza dolorida.
Nosotros,
entonces, asistíamos a una escuela donde en el recreo nos daban leche en polvo
o un trozo de queso americano… Ahora, en el Instituto Cervantes de Madrid, se
ha abierto una exposición para celebrar el centenario del nacimiento de Ana María (1925-2014)
miércoles, 18 de septiembre de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Quijote, de ayer; expresiones, de hoy
18 de septiembre, miércoles. Don
Quijote, loco de remante, había salido de su casa por la puerta del corral cuando
aún era de noche. Montaba en su caballo. Cabalgó por la llanura manchega bajo
un sol abrasador. Ni comieron ni bebieron una gota de agua durante toda la
andadura de aquel día de verano.
Dice
Cervantes, en el capitulo tres, de la primera parte, que llegaron, entre dos
luces, a una venta que él, en su desvarío, pensaba que era un castillo y en el
que deberían armarlo caballero porque no podía emprender ninguna buena acción –
Se había echado al mundo a ‘desfacer’ entuertos’ – si antes no lo habían armado
caballero.
En
la puerta vio dos mozas de ‘esas que llaman del partido’ pero que para él eran
dos doncellas que salían a recibirlo; el ventero, el señor del castillo. Le
pide que lo atienda. Le cuenta qué le mueve para ir de aquella manera, a
aquellas horas y por aquellos lugares. El ventero, le sigue la corriente. Lleva
a Rocinante – el caballo al que Cervantes también le da protagonismo - a la
cuadra.
Don
Quijote le pide que lo arme caballero; el ventero, que no tiene capilla para
velar las armas porque la que había estaba derribada para hacer una nueva pero
que según los libros de Caballería en tales circunstancias podía hacerse en el
patio de la venta.
Don
Quijote las deja sobre el pilar del pozo. La luna, en el cielo; la noche clara
– Cervantes no lo dice, pero en la lejanía, si había alguno, deberían ladrar
los perros y cantar los grillos…-. Un arriero se acerca a dar agua a su recua.
Don Quijote le llama la atención; no le hace caso y entonces cervantes escribe:
“No
se curó el arriero destas razones y fuera mejor que se curara, porque fuera
curarse en salud” y continua: “antes trabando las correas, las arrojó gran
trecho de sí. Lo cual visto por don Quitoje, alzó los ojos al cielo puesteo el
pensamiento (a lo que pareció) en su señora Dulcinea…
Arremetió
contra él y le rompió la lanza en la cabeza; lo mismo hizo con un segundo, que
no percatado de la situación recibió aún peor trato. El daño fue aún más grave.
El
ventero que vio como se ponía la cosa hizo una ‘faena de aliño’ y le dio puerta
para quitarse de encima una situación tan engorrosa.
martes, 17 de septiembre de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Uvas de Almorox
17 de septiembre, martes. Cuenta
el Lazarillo que llegaron, en tierras de Toledo, a Almorox donde ocurrieron
varias peripecias: hizo saltar al ciego contra un poste en la plaza del pueblo,
ocurrió el episodio de las uvas y donde se separó del ciego que tan mal le
trataba.
Almorox está en la vertiente
norte de una pequeña colina, en terreno llano por el que discurre el arroyo
Tordillo, no lejos del río Alberche que nace en la Sierra de Villafranca en el
Sistema Central. Lleva sus aguas al Tajo. Es tierra llana, de pinares extensos
donde alternan el pino piñonero y la encina; viñedos…
La parroquia se la dedican a
San Cristóbal. Está documentado que en su obra trabajó Juan Gil de Hontañón, a
principios del XVI. El Lazarillo de Tormes se publicó en 1554 lo que lleva a
pensar que pudo haberla conocido ya terminada. En el centro de la plaza tienen
la picota ¿será el mismo pilar contra el que Lázaro hizo que saltase el ciego estrellándose
contra él?
Debió ser por este tiempo.
Septiembre, días arribas, días abajo. Tiempo de vendimia (cuenta que ya estaban
muy maduras. Se desprendían con
facilidad del racimo y chorreaban con abundancia mosto). El cielo debía tener
el azul propio de este tiempo; sin el azul de primavera o ese azul limpio de
los días fríos del invierno. Quizá algunas nubes se columbraban de paso y el
sol pegaría sin la fuerza que lo hace en los meses de verano; no obstante, se
agradecen las sombras que reconfortan de las calores al final del estío.
El ciego le propuso sentarse,
al amparo de un vallado y compartirlas en armonía. Cuenta que le dijo:
- Lázaro, vamos a comerlas
amigablemente. Tú, una; yo, otra.
Debió comenzar la faena
despacio. Sin embargo, dice: pronto “mudó de propósito y comía de dos, en dos”.
Entonces, él cambió también y comía de tres en tres o de como su mano alcazaba
a desgranarlas del racimo.
Sigue la narración y cuando
hubieron terminado, el ciego balanceó el escobajo del racimo en el aire y
solemnemente le comentó:
- Lázaro, engañado me has.
Él lo negó, pero en su
atrevimiento de muchacho sagaz, preguntó:
- Y ¿en qué lo conocisteis
vos?
- En que yo comía de tres en
tres y tú callabas….
Manera sutil de desnudar al
pillo. ¿Tendrá vigencia esta manera de descubrir a tanto ‘Lazarillo’ de
chaqueta y corbata de hoy? Una de las obras cumbres de la Literatura española…
lunes, 16 de septiembre de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Y, ahora, Olivenza
16 de septiembre, lunes. Los
españoles estamos condenados a tener una mala relación con nuestros vecinos:
Francia, Marruecos, Reino Unido o Portugal. Guerras, desencuentros,
hostilidades, fronteras sembradas de castillos… Algo así como un chino
permanente en el zapato para tener un incordio constante.
Con Francia, mal rollo – si te
peleas siempre lo haces con el vecino más cercano -. El Rosellón y a la Cerdaña,
tierras de litigio hasta la Guerra de los Treinta Años. Por cierto, en
Coliure, pequeña población del Rosellón donde está enterrado don Antonio
Machado (‘le cubre el polvo de un país vecino’), se habla el catalán mas
puro.
Por el tratado de los Pirineos,
de 1659 España cedió a Francia todas las ciudades al norte de los Pirineos.
Llivía era una villa. Se quedaba fuera de lo acordado; sigue siendo española –
según algunos, también catalana y gerundense, cuestión de gustos – en
territorio francés.
Marruecos reivindica Ceuta y
Melilla. Son dos ciudades del norte de África. Nadie lo pone duda. Anteriores a
la existencia de Marruecos, también. Ceuta, incluso un tiempo fue portuguesa.
El rey don Sebastián murió en la batalla de Alcazarquivir.
Hace tiempo teníamos
información de Gibraltar porque de allí venía el café y el tabaco de
contrabando y porque el ministro de Asuntos Exteriores reivindicaba en la ONU la
españolidad del Peñón. Gibraltar – “Peña de Tarik” – invasor de la
Península Ibérica en el 711, está en manos inglesas desde el final de la Guerra
de Sucesión, en 1713.
España y Portugal tienen
frontera común de Norte a Sur. Unas veces son los ríos Duero – decía Saramago
que bajo el puente de Miranda do Douro, los peces unas veces están en España y
otra en Portugal – y el Guadiana; otras, montes – muy pocos – o con líneas
convencionales. Se conoce como “la Raya”. (Digo yo, que gran ocasión
perdida para haber creado una unión de los Pueblos Ibéricos. Otro gallo nos
cantaría en Europa).
Olivenza fue castellana hasta
el Tratado de Alcañices, 1297 en que se trasfiere a Portugal por la
Corona de Castilla. En 1801, en la Guerra de las Naranjas, la ocupa
España de facto y por el Tratado de Badajoz, española de iure.
De lo acorado en el Tratado de Viena no hablamos.
Ahora, un ministro portugués,
la reclama. El folclore – saber del pueblo – lo dice en la copla: “Las
muchachas de Olivenza / no son como las demás / son hijas de España / y nietas
de Portugal”. Un chino, como decía antes, en el zapato.
domingo, 15 de septiembre de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día
Permitidme que esta canastilla de rosas hoy de la ofrezcamos a la Virgen de Flores, en su retorno al Santuario.
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pasó el día...
15 de septiembre, domingo. Nubes
altas, viento de levante, mañana fresca. Se ha mitigado el calor de otros días.
Desde muy temprano, trasiego de caballos… No es un día cualquiera, la fecha
dice que es un día especial.
Se han
despertado las palomas con sobresalto de cohetes. No revolotean por la espadaña
del Santuario de Flores, ni hay arrullos en los alféizares de las ventanas. Se
expande un ruido sordo de palabras; no es el lugar de silencio de siempre.
Desde muy temprano faenan los que montan chiringuitos y barras para luego,
cuando termine la Eucaristía, después de la llegada de la Virgen se pueda tomar
un refrigerio.
La
Virgen ha retornado su Santuario – donde se venera desde 1484 bajo esta advocación
traída por los hijos de Encinasola, en la toma de Álora - casi un año después.
A finales de septiembre del año pasado un acto sacrílego robó el Niño que lleva
en sus brazos. Por seguridad la trasladaron a la iglesia de la Vera Cruz. A
finales de agosto traslado especial desde la Residencia de Ancianos Señorita
Laura a la parroquia de la Encarnación. Novena, cultos, procesión…
Como
cada año, el domingo inmediato a la festividad de la Natividad, o sea el 8 de
septiembre, en romería retorno al convento que habitaron los Franciscanos
Recoletos hasta la desamortización de Mendizábal en 1835.
Antes
del cambio de feria, la romería se celebraba el 22 de septiembre, la Virgen volvía al pueblo donde por motivos
de seguridad se trasladó en los años 30 del siglo pasado. No estaba aún
restaurado el convento al que volvió en los años 60…
La
romería, centenaria, comenzaron a celebrarla, como acción de gracias, los
soldados que retornaron de la Guerra de África. Ninguno de los que habían
llevado una estampa o un escapulario de la Virgen había sido herido. Lo tomaron
como un hecho milagroso.
Muy
temprano se puso en marcha el cortejo. Caballistas, carrozas, gente a píe,
panda de verdiales, coro romero…, acompañaron a la carroza de la Virgen de la
que tiraba una yunta de vacas – ¡los bueyes hace tiempo que desaparecieron de
las faenas del campo! -. Paso acompasado y lento. A veces, con parones largos.
Quizá, sería un punto a corregir en romerías futuras.
Entre
nubes se abrió paso el sol de media mañana. Sigue la comitiva. Van camino del
convento a donde llegaron pasadas las 14 horas… ¡Oh, Madre mía de Flores! “Veinticuatro
horas del día, / veinticuatro horas que tiene; si tuviera veintisiete, / tres
horas más te querría”…. y pasó la romería.
sábado, 14 de septiembre de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ecuador
Verdeo de aceituna, variedad Manzanilla aloreña
14 de septiembre, sábado. Cielo
entoldado; nubes de levante; viento fresco. Septiembre llega al ecuador. Preguntas
que se lleva el aire por las esquinas. Nadie responde. Los estudiantes patean
ciudades y agencias. Quieren encontrar un piso, una habitación, un cuchitril
donde alojarse. Comienza el curso.
Se manejan cifras abusivas: en
fianzas, en calidad de oferta, en precios de alquiler. Esta mañana, en
televisión, hablaban de algunos por encima de los 700 euros por una habitación.
De pisos individuales ni mijita; compartidos y...
Han vuelto los niños a los colegios.
Los tópicos de siempre. Unos opinan que todo es un desastre, que se favorece a
la enseñanza privada en detrimento de la pública; otros, se quejan de
infraestructuras con faltas graves. Vienen del curso pasado. No se han tomado
-dicen – medidas. Edificios sucios, obras sin rematar, falta profesorado…
Hace unos meses un amigo me
dijo que, en el Colegio de la Barriada de El Puente, - población joven y de
aluvión - en mi pueblo, en Álora se habían matriculado ¡ocho niños! La
estadística habla de veintitantos mil alumnos menos en toda España. No solo
afecta a Primaria. La mancha de aceite alcanza, también a Secundaria… Eso es
grave y muy serio si no arbitran medidas correctoras.
El sur del Sur espera la
lluvia. Se sabe que la variedad de aceituna de mesa, Manzanilla aloreña,
esta campaña, solo ofrece para recolección el quince por ciento de una cosecha
normal. Esa variedad es la única de España con Denominación de Origen, es la
‘pata negra’ de la aceituna de mesa. Su cultivo está en pequeños y medianos
agricultores (unas cuatro mil familias); la repercusión económica en jornales –
se recolecta a mano, a modo de ordeño – es muy grande… ¿Cómo le ponemos al
niño?
Una parte de España ha sufrido
inundaciones catastróficas; en otros
lugares el déficit hídrico es alarmante. Algunos embalses en la provincia de
Málaga están bajo mínimos. El Conde de Guadalhorce, al 25%; el Guadalteba, al
13%; el Guadalhorce al 10% con el agravante que tiene una veta salada que lo
hace casi nocivo para la agricultura. Si no llueve, agua para diez meses. De
los otros no tengo datos; no están mejores que estos….
De Venezuela, de los Lamborghini
y bicicletas, del caos en la estación de Sant, ayer, en Barcelona, de las
viviendas de Protección Oficial que “ni están ni se les espera”, de los asilos,
algunos llamado de manera eufemística ‘residencias’ que no tienen capacidad ni
para quienes pueden pagarlos… De eso no hablamos, por hoy, está bien la cosa.
viernes, 13 de septiembre de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La talega
13 de septiembre, viernes. Cuando
el hombre se levantó aún no había amanecido. Se bajó soñoliento de la cama. Una
mariposa de luz tenue, mínima, encendida toda la noche prolongaba las sombras
en el pasillo. El hombre cogió la ropa de la silla y se vistió. Se calzo; bajó
las escaleras sin hacer ruido.
En la cocina encendió un
candil. Con un gancho movió la torcida, la empapó de aceite. Encendió la candela.
Su mujer venía detrás y avivó las ascuas; puso la cafetera. Cuando estuvo el
café lo bebió de un sorbo. No comió nada. A media mañana picaba algo; recién
levantado, no. El hombre fue a la
cuadra. Del establo salía un vaho caliente.
Le puso la jáquima a uno de los
mulos. Lo sacó al corral. Lo amarró a una estaca de la pared para que el animal
no se moviese mientras lo aparejaba. Luego le puso el cerón. En un cujón, un
cantarillo mediano con agua; en el otro, sacos para la aceituna y la talega con
la comida. Entró a la casa y de la alacena del fondo cogió las viandas. Su
mujer faenaba y preparaba algo para los niños que dentro de un rato irían al
colegio.
El hombre se subió en mulo.
Sobre los hombros se echó la pelliza. El viento frío de la mañana congelaba el
aliento a modo de humo blanco que salía de la boca con la respiración… En el olivar,
desaparejó el mulo y con una soga larga lo amarró al tronco de un almendro
seco. Después, del algarrobo bajó la vara de álamo blanco. La había cortado en
la menguante de marzo antes del rebrote de primavera. La secó entre las canales
del tejado durante el verano.
Ya se veía. El hombre comenzó a
varear los olivos. Siempre tres, cuatro, dependiendo del volumen y de la
cargazón en la copa. Quería tener recogida la aceituna para la Purísima porque
venían días muy cortos y el frío. Cuando
llegó el mediodía, paró la recogida, abrió la talega. En una fiambrera llevaba
tomates fritos y tres trozos de morcilla; en otra, queso en aceite; unos
arenques, un trozo de carne de membrillo envuelto en papel de estraza, dos naranjas de calabacilla y un cuarterón de
pan.
Solo comió un trozo de
morcilla. Sabía que cuando llegase a la casa los niños hurgarían en la talega y
con el pedazo de pan que también, adrede, venía de vuelta, ellos se lo comerían
como el manjar más exquisito que se podía soñar…
jueves, 12 de septiembre de 2024
Cerro del Castillejo
12 de septiembre, jueves. Las fuentes históricas dicen que Talyayra era un núcleo de población ubicado en el Cerro del Castillejo, junto al arroyo de la Dehesilla antes de su desembocadura por la margen derecha en el río Guadalhorce, frente al arroyo de la Teja.
Fue una de las ‘ciudades’ con fines disuasorios y de propaganda – si se puede llamar así a aquellos acontecimientos de un tiempo tan remoto - cercanas a Bobastro, con presencia de población permanente. Población quizá no muy numerosa pero sí con un fuerte sentido testimonial enfocado hacia el ‘posible’ enemigo que se afincaba en lo que hoy conocemos como Mesas de Villaverde.
Su utilización, por tanto, tuvo sentido en tanto en cuanto era un espejo para el enemigo rebelde [Bobastro] y donde sus ocupantes tenían todos los placeres propios de la época mientras ellos, en lo más alto de los cerros sufrían asedios constantes y luchas permanentes, carencias y privaciones. Una vida dura en pocas palabras. Sus ruinas no se han encontrado, aunque la mayoría de los autores la ubican en las cercanías de lo que hoy es la barriada de Bermejo, en el Cerro del Castillejo.
En el capítulo 99 de la ‘Campaña de Talayra, año 307 (3 de junio 919 / 2 de mayo 920), campaña de Talyayyra dice: ‘Luego marchó el ejército a la fortaleza de Álora, notable por su inexpugnabilidad, y por dominar el castillo de Bobastro, nido de perdición y sus puntos flacos (…). El ejército avanzó entonces hacia Bobastro’.
Continua en el capítulo 100 “Expedición del chambelán Bard ben Ahmad a Bobastro”. ‘Luego sacó el chambelán Bard ben Ahmad caballería e infantes hacia las partes altas de las laderas de Bobastro, fortaleza de perdición, cuyos alrededores asolaron. Luego se pasó a la fortaleza de Álora para acabar de guarnecerla y reforzar a los que lo ocupaban, y de allí a Casarabonela, a Skur, y a Frdalis destruyendo cuanto había. Luego se volvió todo el ejército contra la humillada Bobastro’.
En otro pasaje de Ibn Hayyan (Muqtabis V, se cita una fortaleza llamada Lura: ‘De ahí [Tarifa] continuaron la marcha hasta la ciudad de a-Yazira al-Jadra (Algeciras), puerto de mar de al-Zuqaq (Estrecho de Gibraltar), que es el paso de los enemigos. Las tropas de infantería se entregaron a la destrucción de los sembrados de Álora...”
Hechos remotos perdidos en
la neblina y en la noche de los tiempos y si lo dicen los documentos…
miércoles, 11 de septiembre de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El palomar de Teresa
Gotarrendura (Ávila). Palomar de la casa natal de Santa Teresa
11 de septiembre, miércoles. Goterrendura
es un municipio enclavado de La Moraña, en Ávila. Tiene poco más de ciento
cincuenta habitantes. Cela dijo de la comarca que “cría el cereal, tolera la
vid y maldice el árbol”. Es una zona muy fría en inverno. Temperaturas mínimas
de varios grados bajo cero.
Goterrandura es, además, el
lugar donde nació Teresa de Ahumada y Cepeda hija de Alonso y Beatriz que se
casaron en el mes de noviembre de 1509. Alonso, natural de Ávila y Beatriz, de
Olmedo. Está documentada la boda. Él muere en 1544; ella, en 1528. Queda como
herencia muchas deudas, un pleito entre los hijos que dura cinco años, un solar
cercano, una huerta, un jardín y un palomar…
Hasta aquí… pues eso. Esa tal
Teresa de Ahumada no es otra que santa Teresa de Jesús (1515-1582). Otros la conocen
también como Teresa de Ávila. Fue la fundadora de la Orden de Carmelitas
Descalzos, doctora de la Iglesia y una de las plumas místicas más preclaras del
siglo XVI, conjuntamente con san Juan de Cruz que reformó el Carmelo masculino.
En Gotarrendura afirman que
allí nació la santa. No está probado, sí su muerte en Alba de Tormes. Mujer
inquieta dejó, además de su Reforma obras de una profundidad mística que aún no
se han superado. Las Moradas del castillo interior y Camino de
perfección, las dos principales.
Fundó 17 conventos. Se cuentan
multitud de anécdotas. Dice ella en el Libro de la Fundaciones que en
cierta ocasión cruzaba un río que iba crecido. Volcó el carro y a punto de
morir ahogada se dirigió a Dios.
- ¿Señor, por qué me haces esto
si yo voy fundando conventos para ti?
- Teresa, le respondió, así
trato yo a mis amigos
- Con razón, replicó ella,
tienes tan pocos.
Otra. En compañía de san Juan
de la Cruz, entraban en un pueblo. Juan se hizo el rezagado porque podría no estar
bien visto que entrasen en comapañía un fraile y una monja que venían de lejos.
Se da cuenta y le dice:
- Vamos, vamos, Juan, que no se
avergüenza la dama y se avergüenza el caballero…
Dejó tanto, tanto… Como resumen,
estos versos a la entrada donde se cree su casa natal. Solo se conserva el
palomar. “Nada te turbe/ nada te
espante, / todo se pasa, /Dios no se muda, /la paciencia todo lo alcanza. Quien
a Dios tiene / nada le falta. / Solo Dios basta”.
martes, 10 de septiembre de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Eirene
10 de septiembre, martes. Grecia
es uno de los territorios por los que la Península de los Balcanes se asoma al
mar Egeo que forman parte del Mediterráneo. Multitud de islas desprendidas del
bloque continental y un azul intenso, da dan otra nota. Allí nació la Filosofía
o ciencia del Saber, la Democracia, que dicen que es el poder del pueblo ¡que
entelequia!, ¿verdad?!, los Juegos Olímpicos y la Mitología donde a los dioses
se les asignan las virtudes y los defectos de los hombres.
Dicen y es verdad, que los
griegos tenían un dios para cada cosa. Lo posible y lo imposible; lo que da
terror – Vulcano, en los infiernos - y lo que da placer o belleza – Eros,
Afrodita…, o bienestar, o algo así como un ungüento para andar el camino de la
vida.
Eirene, Irene, en cristiano,
significa diosa de la paz. (¿Es posible la paz?) Era hija, de Zeus, dios
supremo y padre de todos los dioses y Temis, que representa la justicia y la
equidad. ¡Casi nada! Los griegos, por lo que se ve tenían una imaginación
enorme.
Según la Mitología, que es la
ciencia que informa de aquellos dioses de entonces en los que creía la gente en
su tiempo y si me apuran, también la gente de ahora, Eirene era bellísima.
Eirene, o sea Irene, se
representaba como una muchacha joven (¡qué pena, dijo alguien, que la juventud
esté en manos de los jóvenes!). Lleva una cornucopia, para que no entendamos un
cuerno, en una mano; en la otra, un cetro y una antorcha. Dicen, también, que
se puede representar con una corona de flores sobre su cabeza. Eirene es la
representación de la riqueza de lo que se deduce que la pobreza no trae la paz.
Hay otra versión: porta un ramo
de olivo y una paloma. El olivo, daba el aceite con el que se ungían los
atletas o que componía un alimento imprescindible en la dieta mediterránea de
la que, en aquellos tiempos, no tenían ni pajolera idea.
La paloma, si era mensajera
comunicaba largas distancias; si era común, belleza. Los hebreos, en la Biblia
la ponen como símbolo del perdón de Dios. Porta una ramita de olivo cuando
vuelve al Arca; en el mundo cristiano, munchos años después, representa al Espíritu
Santo, uno de los tres, que no son tres, sino un solo Dios, en el Misterio de
la Santísima Trinidad (para que luego digamos que es complicada la Mitología
griega).
Veo los telediarios. Me vuelvo
a preguntar ¿se conseguirá la paz?
lunes, 9 de septiembre de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Prohibido poner la lavadora
9 de septiembre, lunes. Los suizos
son especiales. Suiza es un pequeño país en el corazón de los Alpes que ha sabido
sobrevivir entre gigantes próximos: Austria, Alemania, Francia, Hungría o esa amalgama
variopinta y colorista que es Italia.
Suiza ha vivido de su
tecnología intelectual para apropiarse del dinero del mundo donde dicen que lo
guardan los grandes magnates en sus bancos bajo un secretismo de tal calibre
que ni ellos mismos lo saben.
Ha sabido vivir también de una
industria de precisión y calidad. Decían que nada hay más perfecto que un reloj
suizo hasta que, llegaron otras tecnologías desde un país lejano, Japón, que
los desbancó y ocupó parte de sus puestos en el mercado. Aparecieron otros
modos de fabricar y la perfección de la pieza se sustituyó por una pila que
hace andar la maquinaria sin tener que darle cuerda todas las noches.
Suiza se divide en cantones.
Eso no importa. Da igual. En Suiza conviven gentes con sello alemán, con sello francés
y con sello italiano. Y, además, entre todos hacen que el país funciones
extraordinariamente bien. Como no aportan la suficiente fuerza como para
sobrevivir entre ellos solos, han acogido a cantidad de emigrantes. Unos como
mano de obra; otros, aportando su inteligencia. Han sabido hacerlo de tal
manera que casi es imposible que puedan alcanzar la nacionalidad suiza si no se
ha nacido allí.
Los suizos, dicen, que son minuciosamente
democráticos hasta el punto que convocan un referéndum cada dos por tres y a
veces, - es una exageración – para precisar a partir de qué hora uno tiene que estar
ya en la cama por la noche porque al día siguiente hay que rendir.
He leído por ahí que en Suiza
no se puede hacer la limpieza doméstica ni poner las lavadoras los domingos y los
días de fiesta por dos razones. Son días de descanso y el descanso es sagrado y
porque se puede molestar a los vecinos.
Cuando uno lee esas cosas piensan
en la invasión patinetes por las aceras de las ciudades -ahora también por la
carreteras- en los bares abiertos con terrazas que invaden las aceras hasta
esas horas de la madrugada en la que ya están recogidas hasta las estrellas.
Botellones, tubos de escapes libre en las motos, coches a todo pastilla que
luego tiene que frenar con el correspondiente chirriamiento de frenos mientras sale
una música estridente por la ventanillas. ¡Cuánto tenemos que aprender!
domingo, 8 de septiembre de 2024
sábado, 7 de septiembre de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácorra. Alcántara, Barbeito y otras cosas
7 de septiembre, sábado.
Navego por el archivo. Me aparece algo publicado hace un puñado de años (18 de
abril, 2017)
Digo: me llamó Antonio. “Me he
acordado de ti…”: “Ahí va lo de Alcántara. En recuerdo de aquel día, los tres –
él, tú y yo – en el María…. Un
abrazo, mi amigo”. Pregunté si podía
publicarlo y me dijo que sí:
“Alcántara
se nos fue.
Rota la
pluma, se seca
en la
orilla del papel.
Ay,
Rincón de la Victoria,
ya eres
rincón derrotado
por un
silencio de Gólgota,
que
Manolo –qué ancha luz-
se nos
fue por estos días
que
terminan en la cruz…
El mar
azul, bajo el cielo,
es la
pena exagerada
de un
derramado tintero.
¡Escribid,
barcos veleros,
que
Alcántara se nos fue,
ay qué
dolor, Dios adentro…!
¿Que lo
mejor del recuerdo
es el
olvido, Manuel?
Pues yo
te pienso y te pienso,
y
pensándote se asoman,
no sé
por dónde, los versos…
Ahora
tienes la ocasión
de
pedirle a Dios, a solas,
que te
dé una explicación.
El mar
azul, bajo el cielo,
es la
pena exagerada
de un
derramado tintero.
¡Escribid,
barcos veleros,
que
Alcántara se nos fue,
ay qué
dolor, Dios adentro…!
¿Que lo
mejor del recuerdo
es el
olvido, Manuel?
Pues yo
te pienso y te pienso,
y
pensándote se asoman,
no sé
por dónde, los versos…
Ahora
tienes la ocasión
de
pedirle a Dios, a solas,
que te
dé una explicación. Alcántara sobre un río
por
donde pasan de un lado
a otro
preguntas de un niño.
Ante tu
cuerpo presente,
se ha
vestido con un luto
de once
sílabas la muerte.
Se nos
quedó en aquel bar
un dry
gin, un cigarrillo
y, al
punto, una soleá.
¿Sigues
aún en tus trece
de que
si la muerte acaba
a ti
que no te despierten?
Mar de
Málaga, ábrete,
que te
está pidiendo sitio
el
silencio de Manuel…
Málaga
en el corazón,
en la
pluma, en la esperanza,
y
también en el dolor.
Que
bien sabía el poeta
que lo
que se quiere duele
como
herida siempre abierta.
Se nos
fue Manuel Alcántara
y los
jazmines no aciertan
a
clavarse en las biznagas.
Jazmines
por calle Larios…
Cuántas
palomas prendidas
–blancas-,
quietas, en la mano…
Un
concurso de sirenas
y
delfines en El Carmen,
y tú
pisando la arena…
Un
verano sin guerra, aquel verano.
Y a ti,
niño, qué suerte, ¿lo recuerdas?,
tu
padre te llevaba de la mano.
Allá arriba,
en el cielo, como un cine,
el azul
se estrellaba de misterios.
Tú
estudiabas segundo de jazmines…
Y vas
por el Jueves Santo
buscando,
como otro Cristo,
la
última cruz de tus pasos.
Y
ahora, allí, a solas con Dios…
Manuel,
lo que yo daría
por esa
conversación…
Alcántara,
tú no has muerto,
vives,
porque, uno a uno,
nos
colgaremos tus versos
en la
voz, y sonarás,
como
sonabas, maestro”.
Por esas cosas raras que a uno
le brotan por dentro he sentido la necesidad de compartirlo como homenaje a los
dos maestros.