28 junio, viernes. El
crepúsculo desde Gibralfaro es un arrebol de fuego. Viene desde las sierras de
Mijas, de Alpujata, de las estribaciones de la Serranía de Ronda por donde
decía la copla que bajaban los ojitos negros de contrabando.
Hemos tenido suerte. El mar,
abajo, es un reclamo de pañuelos de nácar; entre el mar y nosotros que nos
asomamos a la barandilla de piedra delante del mirador, vuelan gaviotas.
Planean en la altura y bajo sus ojos que giran y husmean La Malagueta. Esa
maqueta que explica lo que no debe hacerse para que el crecimiento de una
ciudad sea un bodrio, una asignatura que debería impartirse en las Escuelas de
Arquitectura. “Aspirtantes, esto es lo que nunca debería hacerse, aunque empuje
el dinero para aprovechar en el mínimo espacio disponible”.
Como una isla perdida en un
océano de construcciones, la plaza de toros. Centeraria. Tomó el nombre de La
Malagueta. Un embrión de ladrillo en medio de un bosque anárquico de
construcciones.
- ¿Tu, sabes, me dice mi amigo,
que Pan y Toros es un pasodoble que compueso por un antepasado mío? Era,
hermano, me confirma, de mi bisabuelo, se llamaba Francisco Asenjo Barbieri…
Y entonces yo le cuento que Pan
y Toros es el pasodoble que cada tarde de feria abre plaza cuando se inicia
el paseíllo… y le recuerdo tardes únicas vividas en ese coso – y no tuve la
suerte de ver otorear al maestro Ordoñez. Pero recuerdo aquella de Paco Camino,
aquellas medias de Morante delante de la puerta del Paseo de Reding, o aquella en que el pitón arrebató el
corbatín a José Tomas…El quite se lo hizo, a cuerpo limpio, Fran Rivera y en
los tendidos se sintió de manera física eso que se llama silencio y miedo.
Y miro, desde la altura del
monte, cómo crece esta ciudad que casi se ve frenada por los montes lejanos…
- Eso de ahí abajo, el
Ayuntamiento, y lo que antes era el Banco de España y Correos y ahora Paraninfo
de la Universidad… Esos jardines, los Pedro Luis Alonso, tenía una rosaleda
preciosa y una jaula con pájaros donde mi madre de niños nos llevaba a verlos y
no encontramos la hora de iniciar el regreso….
Y les digo también que ahí
arrancan los Jardines Puerta Oscura y la muralla de la Alcazaba y sus pies la
Aduana de entonces; al otro lado de esa vía amplia, el parque, ese hijo
‘emancipado’ de la Concepción y que Cánovas ganó al mar porque la voluntad
puede muchas cosas….
Y vemos como la ciudad, en está
horas de arreboles y un crepúsculo de oro, crece y crece, crece…
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