23 de junio, domingo. No
recuerdo cuando lo vi la primera vez y ni dónde. Seguro que debió ser en algún
acto cultural. Él, debía ir con “su” Antonia. ¿Han escuchado aquello que
detrás de un “un gran hombre hay una gran mujer”? En este caso, se van a quedan cortos.
Antonia Contreras en el Cante
es embrujo. Es la voz que de haber coincidido en vida con Manuel de Falla le
habría hecho cambiar con toda seguridad parte del Amor Brujo. Tuvo ‘la
culpa’. Le decía que no sé dónde ni cuándo. Sí se con quién. Acompañaba a
Antonia.
Juan Ramón Caro tenía entonces esa pinta de estudiante
que rompe moldes. Pelo canoso; discreto, algo tímido como quien siente un no sé
qué por aparecer en primer plano, figura no estilizada, estatura que no le daba
para cabo gastador en la Legión, pero con una pinta de alguien que su sitio es
el mundo del arte. Ese por el que solo
transita los elegidos. Tenía ya ese algo diferenciador que sin que a uno se lo
haya dicho nadie, sabe que está ante alguien diferente. De esos que entran con
pie propio en los caminos de los elegidos.
Juan Ramón – ¿será por
coincidencia del nombre? – tiene raíces en Andalucía y las alimentó con esa
otra tierra lejana Cataluña, que también encierra mucho arte. Por si fuera poco
las tamizó con luces de lámparas mineras…
Por no sé qué extraño fogonazo
en la memoria se me vienen a la mente, el Maestro Rodrigo, Manolo Sanlúcar,
Narciso Yepes, Paco de Lucía… y siento como un lejano eco del rumor de las
hojas que mueve la brisa las hojas en los plátanos orientales de Aranjuez, en
esas aguas saltarinas por las almas que se estremecen con la sensibilidad del que
sabe que él forma parte de un mundo diferente. Son muchos y muy buenos. ¿Quién
se olvida del Niño Ricardo, de Sabicas…? Notas en un pentagrama de arte; entre
unos y otros, Juan Ramón.
He coincidido muy pocas veces
con Juan Ramón Caro. Una tarde noche de otoño departimos un rato. Fue como casi todo lo bueno, por casualidad. Supe
desde entonces que este hombre está entre los mejores. Me contó cosas,
vivencias, detalles que muy pocos tienen la suerte de que el destino lo llame
por ese sendero.
Acaban de darle – perdón, no le han dado, la ha ganado a pulso - titulación universitaria en la Universidad de Córdoba. ¿Para qué? Estos artistas brillan con luz propia, aunque, a veces, como es el caso, necesiten un papel, para que además, alguien pueda decir que ha aprendido con Juan Ramon Caro…
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