29 de junio, sábado. El
estío es la segunda estación del año. Con el estío viene el calor. Bueno, en
algunos sitios cuentan que, si el termómetro sube de los cuarenta grados
centígrados, entonces cambia de género. Deja de ser masculino y se convierte en
femenino y ya es ‘la calo’. Algunos afirman que no, que no esa así, que eso es
simplemente mala leche.
¿Saben de aquellos dos que se
encontraron?
-¿Hace calor? Le preguntó uno
al otro
- Calor, calor no hace, pero
¡hace calor!
Con el invierno antiguamente
venían los fríos. Un manto blanco que llamaban nieve revestía las montañas y
algunas llanuras. El refranero contaba que por “los Santos Nieve en los altos”;
con el otoño, cuando septiembre apuntaba a aceitunas de verdeo solían llegar
las primeras tormentas y luego las lluvias. Si venían del Mediterráneo, les
ponían el nombre de gota fría. Debajo
del brazo, lluvias torrenciales y ruinas; si por el contrario, llegaban del Atlántico,
por el Estrecho se bautizaban como borrascas. Era sinónimo de lluvias beneficiosas.
El verano es la calor tórrida –
en algunos sitios se derriten hasta las sombras - desde de poco más del
mediodía día hasta que traspone el sol. Todo se paraliza. El pueblo queda
sumido en horas de quietud y calma. Para no moverse, a veces, no se mueve ni el
aire. Es la hora de la siesta.
Alguien dijo que la siesta es
el adorable vicio de los españoles. Puede llevar razón, pero le puede quitar lo
de ‘vicio’ porque a esas horas es casi imposible realizar alguna actividad
física, además de que se está expuesto a un golpe de calor con peligro serio
para la vida.
La penumbra, la monotonia del
telediario y la información plana del Tour de Francia es el cultivo apropiado
para que el sueño, lentamente, te cierre los ojos y te quedas sumido en un
sopor ideal para olvidar que hay otro mundo fuera de las cuatro paredes de tu
casa.
En Álora, refiriéndose a la
siesta acuñaron una época para gozarlas en su plenitud marcada por dos fechas.
“El Hijo (la festividad del Corpus Christi, entre finales de mayo y mediación
de junio –, las trae; y la Madre – la de la Virgen de Flores (8 de septiembre) se las lleva”. No va
descaminada la sabiduría popular.
En Andalucía entre las tres y las seis de la
tarde son horas sagradas en las que no se hacen visitas ni se llama por
teléfono. A ver si alguien se lo comunica a esas amables señoritas que nos
ofertan tropecientos mil beneficios si nos cambiamos de compañía de teléfono,
de eléctricas o nos hacen un seguro inmejorable…
¡Adorable vicio de los
españoles! Que no se pierda nunca la siesta…
No hay comentarios:
Publicar un comentario