1 de junio, sábado. Conocí Gredos hace tantos años
años que ni me acuerdo. Me llevó a la “Meca” - el que la lleva la
entiende – la mano de otro aventurero, locuno y enamorado de lo suyo como yo lo
soy de lo mío. Era verano. Ni había
autovías, ni las carreteras estaban señalizadas; la dehesa era un terreno
desconocido y las zarzas y la maleza inundaban las cunetas, la sierra estaba aún
con el manto de la yerba verde….
Y nos subimos a Guisando – el
nacimiento del Tiétar y los Toros han caído este año, casi cuarenta años
después – y aquella tarde de tormenta que a Mari Carmen y a mí nos dio por
buscar música folk, y compramos todo lo que nos encontrábamos de Manantial (Por
cierto “ya no veo los tapiales y ni la casita donde vivía, pero veo los rosales que los regaba la prenda mía…”)
El sol doraba las crestas más
altas de cumbres. Allí juega Dios al escondite con las sombras… Aquello, me
dijo, son los Galayos…; y ésta, la Sierra de Tormantos. A sus pies, en Yuste, quería
reposar el hombre más grande que ha dado la Historia de España… Se llamó Carlos
y cono no le cabían los apellidos, en un lado lo llamaron I de España; en la
otra, V de Alemania.
Por estas calles corrió, como
corrí yo, me dijo, un niño que se llamó Jeromín…y bebimos en esa fuente que
nace bajo la higuera en la Peña Grande, y escuchaba las campanas de la iglesia
hasta que, como a mí, nos rendía el sueño.
Y, ahora, me dijo, nos vamos al
Lago y allí dejaremos que la noche nos recoja cuando le parezca bien. Al día
siguiente nos echamos a andar los pueblos de la Vera y faltó queso de cabra verata
con pimentón y morcilla de calabaza y esa charla larga y pausada que da el
pitarra cuando se sirve con generosidad.
Y nos subimos al Guijo, y a
Tornavacas , y a Navaconcejo y a Jaráiz y a Jarandilla, y a Alardos y al
Cuarto, y a la Virgen de Chilla y a Valverde y…
y al nacimiento del Alberche y al del Tormes y nos bajamos por quebradas
de agua gélidas - ¿adónde podríamos ir
mejor dos diablos sueltos que a la Garganta del Diablo?
Y, ahora, después de un susto
de mediano y grande, recuerdo con mi amigo aquellas rebanadas de pan de paisaje
y robles en el Piornal, de amistad compartida (ah, que no se entere nadie, a un
verato de nacimiento un perote le ha en señado donde nace el Tiétar). Y otra
cosa, una tarde de estas tenemos que ir a tomar café a Salamanca….
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