jueves, 27 de junio de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Los pájaros del verano


                           


27 de junio, jueves. Dicen que vienen cuando les toca; se van cuando corresponde. Las estaciones marcan esos momentos en los que alguien sin saber el por qué tocan una trompeta que solo escuchan ellos y cruzan los cielos. Unos van al norte; otros, bajan - ¿por qué se baja siempre – hacia el sur. (El otro día leía que cuatro millones de franceses dicen que la tierra es plana lo que rompe esa posible teoría).

La primera que llegan son la golondrinas, pero esos pajarillos diminutos, deliciosos para mí no son pájaros del verano sino avecillas que anuncian que llega la primavera con vientos revueltos, nubes algodonosas y tormentas perdidas por las sierras.

Pienso que el primer pájaro del verano puede ser el abejaruco. Esos que se visten de arco iris y que según Muñoz Rojas sembraban el terror en los colmenares y en los insectos que el aire lleva de un sitio para otro.

La tórtola llegaba -ahora casi ni llegan – a finales de mayo. Echaban las mañanas picoteando en los rastrojos de cebabas que eran los que primeros se segaban; luego, se las andaban por los secanos y en las siestas se iban al brocal del pozo. Zureaban cómo solo ellas saben hacerlo y ponían notas monocordes en sus cantos especiales.

- Tengo un nido de tórtolas, nos decíamos cuando niños, en la hueca de un olivo…

- Pues yo, en la rama de un almendro.

- ¿Y que tiene?

- No lo sé, no me puedo subir porque la rama es muy endeble. Se puede partir, pero para mí que tiene pichones.

Una mañana, cálida de verano, a esas horas en que el sol comienza a apretar, el nido estaba vacío.

- ¿Se ha ‘volado’ el nido de tórtolas?

- No lo sé. Me lo he encontrado vacío. Han podido pasar un montón de cosas. Me hubiera gustado saber que los pichones se las andaban con sus padres por los rastrojos, pero… eso nunca lo supe.

Vienen también los alcaudones y los cucos. Esos pájaros tienen su sitio en la naturaleza. A mí no me gustan. Siempre se aprovechan de los otros pajarillos mas débiles. Mas o menos como algunos hombres.

Codornices, nidos camuflados en la tierra. Dicen que han visto bandadas de perdigones en el Lomo Frío, en la Cuesta del Berrón y en el palmar de Virote; alondras que canta cuando viene el alba en las lomas de El Chopo…

Escribo estas líneas bajo el calor de una tarde de verano. Pían los gorriones. No los veo. Sé que están ahí, pero esos no son pájaros del verano. Están con nosotros todo el año y es un espectáculo verlos como se las buscan picoteando por el camino esos granos que solo ven ellos…

 

 

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