14 de junio, viernes. Va de
Santa María a Alcazabilla. Es recta; ni grande ni pequeña. Tiene el encanto del
pasado y ese algo de moderno que nace
porque los tiempos cambian. Desde la Aduana (hoy museo) al entronque con Molina
Larios, y ¿en la mediación? Ojú, con la mediación.
En medio, la catedral, la calle
Afligidos donde Pedro de Mena colocó tu taller, en lo que era su casa y hoy
Museo Revello de Toro, dicen que para estar lo más cerca posible de sus hijas
profesas en el cercano monasterio cisterciense.
Hay algo más. La fachada
norte de la catedral ocupa uno de sus laterales. Tan soberbia, tan magnífica
que sin ella a la catedral le faltaría algo y a la calle parte de su esencia. A
sus pies unos jardines recoletos, íntimos, preciosos. Se huele a mirto y a agua
derramada, y casi escondido el busto de uno de los malagueños más ilustres que
ha dado Málaga: el doctor Gálvez Ginachero. Casi enfrente, y en la esquina de
San Agustín, el hospital que lleva su nombre.
No está incompleta esa esquina.
La ocupa el palacio Zea Salvatierra. Es tan original que en toda la ciudad de Málaga
no hay otra fachada como la suya. El palacio se construyó entre los siglos XVII
y XVIII, con tres cuerpos definidos, el primero con grandes ventanas y una portada de sillares con pilastras En la parte superior una balconada sobre a que se
abre un vano enmarcado en piedra, con tímpanos, y escudos de la familia. Enfrente,
impávida, soberbia, la fachada de la catedral.
No queda ahí la cosa. Se unen pero
eso es ya Santa María porque Cister parece que quiere volverse en la esquina de
San Agustín, para dar más empaque, si cabe, la iglesia del Sagrario con la
única fachada gótica de Málaga (muy deteriorada en algunas partes bajas por el
mal de la piedra) y el neogótico del Hospital de San Sebastián…
Si el viajero quiere sentir la
brisa del mar puede percibir como entra por calle Cañón. Viene del otro lado del
parque, del puerto, de un poco más allá, de la bahía por donde dicen que se van
los barcos cortando mares de pañuelos de nácar cuando arranca el poniente y el
sol dice que llega la noche.
Embrujo, encanto, misterio… Solo
lo rompe, cada hora, el reloj de la catedral que el silencio de la noche les
dice a los vecinos qué tiempo falta para que llegue el alba…
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