18 de junio,
martes. “Me llamaste veleta / por variable, por variable; / si yo soy la
veleta, / tú eres el aire, tú eres es el aire”. Eso
dice la copla. No va hoy por ahí la cosa. Hablo de otra veleta. La que dice de
dónde viene el aire y además, anuncia agua. Estamos pasando una racha, pero ya
ni la veleta nos da una alegría, aunque sea mínima.
Verán.
Tenemos en Álora una manera original de predecir el tiempo. Si la veleta de la
Vera Cruz (por cierto, que bien ha quedado el arreglo de la fachada) apunta a
la Cancula, aire de arriba, cielo azul y poca agua. El aire del norte en
invierno sopla seco y frío; en calor, en verano.
Si es para los Lagares, aire de Levante: nubes
mañaneras. Abren al medio día y tiempo revuelo. Casi nunca llueve. El Levante,
salvo cuando sopla el Sirocco que viene del desierto es un aire fresco,
agradable y placentero. Refresca después de una noche tórrida de verano. De las
gotas frías de comienzos de otoño, de esas, ni mejor mentarlas.
Si ‘mira’ - la veleta - al tejado de La
Balita: agua segura. Viene el aire del Estrecho (“El Levante las mueve y el
poniente las llueve”). Cuando las borrascas entran por Cádiz son bendición
para campo. Llueve con abundancia, lo empapa todo, lo cala todo. Es el agua
que, por venir del cielo meteorizada trae bendición de Dios.
Si mira al sur - el sur, también, existe -,
tiempo fresco. No hay que descartar algún chaparrón… El aire agradable,
acaricia el rostro.
Pero
para predecir el tiempo, olvídense de telediarios, aemets, veletas y esas
cosas. La receta la tenía el alcalde de un pueblo vecino. Inundaciones. Ni
Protección Civil ni nadie que hubiese anunciado lo que se vino encima. “En mi
pueblo, defendió en una reunión, tenemos una ‘seña’ que no falla. Usted
echa las cabras fuera del corral, si se espelucan y se meten ‘pa entro’:
agua segura”.
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