miércoles, 5 de junio de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La higuera de las pagodas

 



5 de junio, miércoles. Se cuentan las cosas y a veces uno no sabe donde acaba la realidad y hasta dónde llega la verdad. La cosa fue más o menos así. Dicen que era allá por el año 325 a. de C. Tampoco es cuestión de ponernos, año arriba o año abajo, a la hora de contar como fueron las cosas.

Dicen que el ejército de Alejandro Magno -que bien tenía puesto el nombre – se las andaban boquiabiertos cuando a orillas de un río, por más señas el Indo, vieron un árbol tan grande, tan enorme, tan descomunal que a sus sombras podía descansar el grueso del ejército. El árbol causó el asombro de toda aquella masa ingente de hombres y del propio Alejandro que lo bautizó como la “higuera de la pagoda”.

Las crónicas dicen que la leyenda de la magnitud del árbol corrió de boca en boca. Algunos decidieron cambiarle el nombre y le llamaron Ficus. Aquel no era un ficus cualquiera. Los viajeros del mundo han encontrado árboles muy similares en sus hojas, en sus copas, en esa sustancia blanquecina pegajosa y parecida a la leche pero que no es comestible. En las diferentes partes del muncho le fueron dando nombres similares, pero todos conservaron el nombre Ficus. O sea, solo le cambiaron el apellido.

En Málaga tenemos unos ejemplare excepcionales. Todavía siendo una tristeza enorme cuando recuerdo aquel ejemplar único, un Ficul Lirata, cercano al burrito de Juan Ramón que hacía esquina entre la estatua del comandante Benítez y la remodelada plaza de la Marina…. Son cosas que pasan y que uno tiene que aceptar porque en el fondo eso forma parte también de la vida: se nace, se crece y nos vamos…

La tradición dice que el Ficus de Bengala  que encontró Alejandro Magno, y que llamó ‘higuera de las pagodas’ tenía una copa de unos noventa metros y de que al parecer daba sombra a unos seis mil trescientos metros cuadrados. Siete mil guerreros durmieron bajo su copa. Me cabe una pregunta ¿conciliarían el sueño aquella noche? ¿Y si no fue así que ensueños tendrían? ¡Con lo que a mi me gusta soñar con los bosques impenetrables!

En Málaga - ¡qué bien puesto aquello de ciudad del Paraíso! hay ejemplares únicos. Quizá, por antigüedad son muy notables los existentes en el Jardín de la Concepción, en los Jardines de Picasso, ante la puerta del Hospital Civil, en los Jardines de la Aurora, la zona del Limonar, en el Parque…. Ya ven, solo es cuestión de pasear abrir los ojos y, si encarta, pues “Viva Málaga y olé, viva Málaga y olé….”.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario