martes, 15 de noviembre de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Olot, capital de La Garrotxa


                                                        


               Olot, La Garrocha (Gerona)             

 

 

15 de noviembre, martes.

-         En Aguilar de Campoo, le digo a Honorio Ramírez, cuando te levantas temprano y sales a la calle, hueles a café con leche y a galletas Fontaneda

-         Pues aquí en Olot, me contesta, hace unos años se olía a santos de pastas de madera… Ahora, huele a otra cosa.

Honorio es un tipo serio. No sé si en las fiestas de estas tierras antesalas del Pirineo se pone barretina o si baila sardana… Tampoco me importa mucho.

-         Hace tiempo, le digo, anduve por aquí en compañía de mi amigo Joan Mas y Anna, su mujer. Recorrimos de Jaca a Camprodón. Joan es un conocedor, al detalle, del arte románico. Me explicó, una a una, todas las iglesias que habíamos marcado…

Honorio me escucha en silencio. Espera, que de lo que le cuento, siempre le va a aportar algo que él desconoce. Me deja hablar.

-         ¿Sabes lo que nos pasó en Benasque, en el macizo de la Maladeta?

-         Me dice que no. Sentados al atardecer, le digo, en la terraza del hotel se nos acercó una camarera. Nos preguntó si íbamos a cenar truchas y ante nuestra extrañeza por la pregunta, espetó: “es para pescárselas ahora mismo en el río…”

 Hablamos del valle de Bohí, de San Clemente de Taüll, del lago de San Mauricio, y de Ripoll, y de San Juan de las Abadesas, y de cuando Serrat vivía en Camprodón…

-         En Camprodón nació Isaac Albéniz, me replica…

Rodeo Olot. Piden una carretera de circunvalación y... Lo normal por estas tierras. La gente siente sus banderas y banderías…

-         Honorio, le digo, por aquí veo poco del abad Oliba….

-         Te tienes que ir, me contestó, a Besalú, pero antes párate en Castellfollit de la Roca

Le digo que lo conozco que ya he escrito otras veces de él, pero que esta vez no me iré por la calle larga hasta la iglesia, sino que me desviaré en la carretera y bajaré a la orilla del río (el Fluviá), para verlo desde la hondonada y admirarlo sobre las rocas basálticas y cómo se recorta en el contraluz del sol dorado de la tarde de otoño. Le comento que me voy de Olot y no huelo a esos santos de pasta de madera que se procesionan por muchos pueblos de España y se veneran en altares con flores de plástico…

-         Esto, me dice, ha cambiado mucho. Mucho más de lo que tú piensas…

 

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