24 de noviembre, jueves. Señor,
esta noche de otoño sopla con fuerza el viento. Me he salido a dar un paseo por
el camino. Necesitaba algo de aire fresco, de respirar profundamente, de sentir
que la naturaleza está ahí, a la puerta de la casa.
Sobre El Torcal había algunas
nubes deshilachadas. La noche estaba oscura, pero en la lejanía se las veía
como quien se anda por lo suyo, por un terreno conocido, por una vereda
trillada. Por cierto, los granados del borde del camino hace unos días que
sueltan las hojas, poco a poco, sin prisa. Las dejan caer con mimo, con cariño,
con ternura. En el cielo titilaban las estrellas.
Casi en el horizonte, desde las
cotas más altas, por las laderas, las luces de las casas del campo eran puntos
de vida perdidos en la oscuridad y señeros de la presencia de otros hombres que
ahora, también estarían aguardando la llegada de las horas del descanso.
El cielo estaba limpio. Tú,
Señor, dispusiste que cuando sople viento del norte, se despeje de nubes. En
las alturas de la atmósfera, muy altas, muy altas, se habían formado nubes
lenticulares. Sí, esas nubes que parecen trozos de gasa sucia que a alguien se
le olvidó recoger… Dicen los hombres que estudian los fenómenos del tiempo que
ahí, en esas zonas, las temperaturas son frías, muy frías… Como el alma de
algunos hombres que mandan y que originan guerras y dolor y…
En la lejanía ladraban los
perros. Entre ellos se hablan y se cuentan sus cosas. Me dice un vecino que por
la madrugada bajan los jabalíes desde la sierra y buscan comida en las orillas
del río. El campo - y toda la sierra – está seco. No ha nacido la otoñada y no
hay yerba nueva que les sirva de alimento. Si te parece bien, cualquier día
podrías echar un chorreo de agua, pero dulcemente, como cuando Barbeito dice
que Tú, Señor, tocas el arpa y, entonces… ¡Ay, Señor! Mucha gente se va a
sentir feliz. Sabes de sobra que necesitamos el agua.
Ya ves, como soy un tipo raro,
esta noche de otoño que el viento sopla fuerte y brama en la cañada cuando
tropieza con sus costeras y ulula en el humero y en las esquinas del tejado, se
me ha ocurrido rezarte de esta manera…
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