jueves, 24 de noviembre de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Oración para una noche de otoño



24 de noviembre, jueves. Señor, esta noche de otoño sopla con fuerza el viento. Me he salido a dar un paseo por el camino. Necesitaba algo de aire fresco, de respirar profundamente, de sentir que la naturaleza está ahí, a la puerta de la casa.

Sobre El Torcal había algunas nubes deshilachadas. La noche estaba oscura, pero en la lejanía se las veía como quien se anda por lo suyo, por un terreno conocido, por una vereda trillada. Por cierto, los granados del borde del camino hace unos días que sueltan las hojas, poco a poco, sin prisa. Las dejan caer con mimo, con cariño, con ternura. En el cielo titilaban las estrellas.

Casi en el horizonte, desde las cotas más altas, por las laderas, las luces de las casas del campo eran puntos de vida perdidos en la oscuridad y señeros de la presencia de otros hombres que ahora, también estarían aguardando la llegada de las horas del descanso.

El cielo estaba limpio. Tú, Señor, dispusiste que cuando sople viento del norte, se despeje de nubes. En las alturas de la atmósfera, muy altas, muy altas, se habían formado nubes lenticulares. Sí, esas nubes que parecen trozos de gasa sucia que a alguien se le olvidó recoger… Dicen los hombres que estudian los fenómenos del tiempo que ahí, en esas zonas, las temperaturas son frías, muy frías… Como el alma de algunos hombres que mandan y que originan guerras y dolor y…

En la lejanía ladraban los perros. Entre ellos se hablan y se cuentan sus cosas. Me dice un vecino que por la madrugada bajan los jabalíes desde la sierra y buscan comida en las orillas del río. El campo - y toda la sierra – está seco. No ha nacido la otoñada y no hay yerba nueva que les sirva de alimento. Si te parece bien, cualquier día podrías echar un chorreo de agua, pero dulcemente, como cuando Barbeito dice que Tú, Señor, tocas el arpa y, entonces… ¡Ay, Señor! Mucha gente se va a sentir feliz. Sabes de sobra que necesitamos el agua.

Ya ves, como soy un tipo raro, esta noche de otoño que el viento sopla fuerte y brama en la cañada cuando tropieza con sus costeras y ulula en el humero y en las esquinas del tejado, se me ha ocurrido rezarte de esta manera…

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario