4 de
noviembre, viernes. La Catedral de Málaga se erigió sobre la
Mezquita Aljama de la ciudad por mandato de los Reyes Católicos, Isabel y
Fernando, tras la toma de la ciudad en 19 de agosto de 1487, cuando emprenden
de manera definitiva finiquitar el Reino Nazarí de Granada.
La construcción del coro se
ubicó desde un principio en nave central con una magnífica sillería. Su
comienzo se fecha a finales del siglo XVI. El rey Felipe II respalda el proyecto
presentado por el Cabildo. Primitivamente, se inauguró una sillería obra de
Pedro Díaz Palacios. Luego, el Cabildo, vio la necesidad de sustituirla por una
más acorde con la magnificencia del templo.
Luis Ortiz de Vargas se
compromete el 30 de octubre de 1633 a realizarlo en ocho años. El contrato se
rescindió cinco años después, cuando y quedaba poco para concluir el encargo.
Fray Antonio Enríquez de Porres – su escudo está en el balcón de Beneficiados
de la parroquia de la Encarnación de Álora, donde dio un gran empuje a las
obras – renovó el contrato mejorando las condiciones económicas.
En el coro entró a trabajar –
no hay documentación completa – José Micael Alfaro, en la talla del Apostolado y en pequeños bustos de
santos y santas que coronan la sillería. No se sabe en qué fecha sustituyó a
Ortiz de Vargas, pero sí que quedó inconcluso como consecuencia de la terrible
epidemia de 1649 y la muerte del escultor.
Posteriormente trabajan
Fernando Ortiz, homónimo de otro malagueño del XVIII y Diego Fernández. En 1658
llega el granadino Pedro de Mena. Talla 42 imágenes y remata la coronación. El
coste fue de cuarenta mil reales.
Cada escultor deja su impronta,
Ortiz de Vargas muestra un estilo manierista que sigue las directrices de
Ocampo. Predominan los pliegues, la actitud reposada y un tratamiento especial
de los cabellos que recuerda a Martínez Montañés. José Micael Alfaro deja
escorzos y recursos en la composición donde evoca la “terribilitá” de Miguel
Ángel.
La huella de Pedro de Mena supera
con creces a todos los imagineros que trabajaron en el coro. Sus imágenes
ofrecen una línea de comunicación directa “con valores expresivos de rostro y
manos. Son portadoras del ímpetu espiritual y emocional propios del barroco”.
El coro de la catedral se
salvó, casi milagrosamente, en la Guerra Civil cubriéndose parte de él con una
capas de arena… Otras joyas con corrieron la misma suerte.
Ft.
Rosario Camacho.
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