Dice el hombre del telediario
que en Sierra Nevada están contentísimos. Las últimas nevadas han dejado la
Sierra con un manto blanco que no soñaban hace solo quince días. El temporal
que ha entrado desde el Polo Norte ha dejado también frío, mucho frío. Se nota
por las mañanas y cuando cae la tarde, y
sobre todo si sopla algo de viento.
Según la imágenes que llegan,
varios pueblos están literalmente enterrados en nieve. Hablan de la España
vacía. Es verdad que la vida ahí, en esas zonas, no es nada fácil. A las
inclemencias de los temporales se les unen las incomunicaciones. Quedan
aislados. El maestro Alcántara decía que no es lo mismo ver una nevada desde un
camino vecinal que desde el alféizar de la ventana. El maestro llevaba razón en
muchas cosas; en ésta, también.
En la zona sur de Tarragona
parece que la cosa tiene más miga. Se unen las alertas de varios colores
(amarillo, naranja y rojo). Vienen de la mano de la nieve, la lluvia y el
viento. Esperemos la cosa se quede ahí, que no es poco, y no aparezca el color
negro del luto y la tristeza por los desastres.
Un amigo me dice que Gredos
está precioso. Los Galayos, una vez más, cuando se abren las nubes y dejan azul
el cielo se recortan con una belleza asombrosa. Los Galayos están de cine
siempre; ahora, más. Desde Arenas de San Pedro, toda la sierra con su mole
inmensa en verano, es de ensueño. Esta tarde, la recuerdo lejana en la imagen y
cercana en la añoranza.
Me dice mi vecino Miroslav que
regenta el bar de enfrente de mi casa, que en su tierra, en Bulgaria, ya está
haciendo mucho frío, que la población vacunada es muy poca y que las
temperaturas bajísimas están propiciando los contagios. Le comento que he leído,
que el Almanzor y La Covatilla, en el Sistema Central se las andan por -12º y
-14º. Se ha sonreído. No ha hecho ningún comentario. A veces, deduzco por las
expresiones de su cara, no hacen falta las palabras.
Un equipo de hombres con unas
máquinas grandes y grúas se han remontado a los pimpollos y han podado, esta mañana, los cocoteros de la
Avenida. Yo diría que los han dejado como pollos en el pelecho… ¡Cuestión de
gustos!
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