Con el verano, obviamente, llegaba
la calor y la vida se hacía más relajada. Terminado el curso, venían las
vacaciones y las mañanas se llenaban de fiesta, de Costa a Costa, con Luis del
Olmo que hablaba en otra España con menos tensión. En la radio sonaban
canciones de Georgie Dann que nos hacía bailar de aquella manera.
Llegaban algunas ilusiones
porque aquella tarde bailando con Lola había dicho que estaba muy sola y que
todo se arreglaba, porque la vida seguía igual con un sorbito de champan
frente a palacio cerca de las estrellas y…. Georgie Dann.
Los cantautores que era gente
muy seria querían arreglar lo que no tenía arreglo y nos transmitían mensajes
que auguraban cambios para no sabíamos cuándo, pero que llegarían porque
tendría que llegar algún día, como tendría que llover a cantaros y… Georgie
Dann.
Y por la máquina de música que
sonaba, repetitivamente, en la piscina municipal sabíamos que ‘o tren me leva pol
la bera do Miño pasiño a pasiño’ o que alguien después de bañarse en el río que
tenía el agua tan fría recordaba aquel día y tu forma de nadar, y siempre
volvía a Granada y paseando por la Alhambra sabía de sueños pero, eso sí, cuando salga la luna y… Georgie Dann.
Todos los veranos, iguales pero
diferentes, viajes a lugares lejanos que entonces, con aquellas carreteras
estaban aún más lejos, como Biarritz adonde se habían traído el dichoso último tango y…
Georgie Dann
Noches de tertulias en el
rancho con olor a damas de noches y a jazmines. Las noches de verano tenían
olores propios como el mar, ese mar vestido de azul de Algeciras a Estambul con
sus olas de nácar. Nunca supimos si los paxariños que iban cantando le habían dicho a
ella lo de las penas y los fracasos y esas cosas, ni tampoco si aún quedaba
sidra en el lagar y… George Dann.
Georgie Dann era al verano como
las golondrinas a la primavera, las castañeras al otoño, los villancicos a la
Navidad, como las ventiscas a las noches de invierno. Ahora, se nos ha ido,
¡qué penita! y nos ha dejado sin saber, ¡ay, madre! ¿qué será lo que quiere el negro?
Descansa en paz, muchacho. Rompiste moldes y nos hiciste soñar aunque ahora
sigamos soñando de otra manera con bosques encantados e imposibles como tus
canciones, Georgie.
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