He llegado a Carratraca a
primeras horas de la mañana. He decidido irme por la carretera antigua. Es una
carretera - tiene las mismas sílabas que
el pueblo – de montaña. Tortuosa, estrecha, con mal piso. Cruza, mejor bordea,
la Sierra de Aguas. La descomposición de las peridotitas y olivinos, hace que
la carretera esté llena de piedras sueltas.
A medida que asciendo – hay que
salvar el Puerto de Lucianes- el paisaje se abre por el valle. Por el centro
corre el río, el Guadalhorce, pero no se ve. El paisaje es espléndido. A la derecha,
Alcaparaín y Sierra Blanca; al fondo, casi cortando el paisaje, la Sierra de
Alpujata y la Sierra de Mijas; a la izquierda, los Montes de Málaga y casi a la
alcance de la mano, El Hacho.
Una niebla baja cubre la
tierra. Aún no ha calentado el sol lo suficiente para que se haya evaporado. No
se levantará hasta bien entrada la mañana. Flota un vaho vago y deshilachado.
Le da una visión esperpéntica, difusa. El viento mueve las copas de los pinos.
El viento es suave. Es más brisa que viento y pone una sinfonía de notas musicales
sueltas.
Cuando llego a Carratraca dejo
el coche a la entrada. Subo. La cuesta, empinada. La mejor manera de llegar es
caminado. En el centro del pueblo que es pequeño y blanco, no es posible el
aparcamiento. Los pueblos no están hechos para tanto coche.
Voy sin rumbo fijo. Tampoco me
dirijo a ningún sitio en especial. Solo quiero andar por sus calles. Paso por
la puerta del Hotel Balneario. Hoy es algo de lujo. No sé qué ocupación pueden
tener estos establecimientos hoteleros. Sus aguas son sulfurosas, o sea que huelen
a huevos podridos. Ese olor se percibe más en la puerta del balneario que en la
del hotel. Por cierto, la puerta está entornada. He sentido la tentación de
entrar y tomar un café. No lo he hecho.
Paso por delante del
Ayuntamiento. Fue palacio de Doña Trinidad Grund. Es un edificio singular.
Imita estilos de otros tiempos. También fue Escuela Hogar… Sigo calle arriba.
Llego hasta la Plaza de Toros. Allí he asistido en otras ocasiones, a la
representación de la Pasión. Actores aficionados suben muchos decibelios de
calidad artística… Carratraca tuvo un casino y poderío económico. Eso fue el
XIX. Algunas cosas quedan un poco lejos…
Cuando Don Miguel estaba al cargo de la parroquia de Carratraca, la hora de la misa era, poco más o menos, a media mañana.
ResponderEliminar¡Cómo, y con qué afecto, te añoro Miguel!
Bonita forma de ubicar y despertar el interés por Carratraca.Gracias, acabo de dar un buen paseo virtual.
ResponderEliminarParece un cuento que rompe su armonía cuando se percibe la lejanía del hotel y el balneario. Son identidades del pueblo junto a sus campos y su gente. Qué lindo y acordé si fuese un hotel rural y compartir esas aguas sulfurosas al alcance de todos, seguiría así con el matiz social que ya marcaron algunos de la época, entre ellos, Trinidad Grund y algunos más.
Gracias por tus palabras!.