13 de noviembre. Trabajo un
rato en el campo. Nada. Insignificacias. No hay quien apure las matas de
conizas. Se arrancan con las manos y como la tierra está tan seca, cuesta un
esfuerzo grande. Han florecido las semillas. Eso quiere decir que el año que
viene volverán a nacer casi con el mismo brío que éste. Alguien afirma que no
existen las malas hierbas. Ese sabe de campo lo que yo de astrofísica.
Sin modificaciones en cuanto a
la posibilidad de lluvia. Cuatro telarañas de mala muerte en el cielo. El sol
un poco más tibio, pero de lluvia, nada. Comienzan a saltar algunas alarmas.
Los pantanos están bajo mínimos. No han corrido ni arroyos ni cañadas. Se ha
ahondado los veneros. El agua de los pozos, cada día que pasa, a más profundidad.
Al mediodía me he acercado al
centro. Hay bullicio. Gente que va y viene. Parece que se reactiva la vida. La
gente compra y lleva bolsas en las manos. Algo ha caído en alguna caja
registradora. Bueno, ahora, desde la pandemia se paga mucho con tarjeta. Me parece
una buena idea. A lo mejor puede ser el inicio para ir acabando con el dinero
negro.
Tomo una cerveza. Hacía tiempo
que no compartía un rato con los amigos. No se pueden perder las buenas
costumbres. Cada día cuesta más adaptarse a ir con la mascarilla puesta. Parece
que falta la respiración. Un amigo me dice que la gripe el año pasado no pegó
tan fuerte gracias a que íbamos embozados. He llamado a varios ‘Diegos’. Hoy es
su onomástica.
Las noticias en la televisión confirman
el pronóstico de ayer y el de anteayer y el del día anterior…, o sea gresca
entre los políticos. Pienso si esta gente es consciente – probablemente, no –
de la hartura que tenemos los ciudadanos de algunos vividores del sueldo fijo.
¿Creen acaso que los vamos a valorar más por vendernos esa burra?
El alboroto del Congreso da
pena. Los niños de la calle tienen más sentido común. ¿Pensarán alguna vez en
el pueblo llano, ese que formamos la gente común… Los periódicos digitales dan
cuenta de un montón de escándalos y no sé cuántas cosas más. Deprime esta
situación. Echo mano a la lectura. Me enfrasco en Chaves Nogales. Uno como en
una ocasión, le dijeron, admite que es un tanto rarito…
¿Rarito? Sí, pero por excepcionalmente amable.
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