sábado, 27 de noviembre de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Suerte

 

                                      



27 de noviembre. Sábado.  Bajo a Málaga temprano.  Cielo azul celeste y nubes de paso. La Plaza de Fray Alonso de Santo Tomás levantada por obras. Colas en el comedor social de Santo Domingo. Antes, eso era algo anecdótico; ahora, una constancia mañana, mediodía y tarde. Demasiada necesidad. Uno siente algo por dentro. Eso no es suficiente.

Cruzo el Guadalmedina por el Puente de los Alemanes. Dicho así parece un nombre cualquiera. No lo es. El puente testifica el agradecimiento del pueblo alemán a Málaga por el comportamiento de su población en el rescate de la fragata Gneisenau el 16 de diciembre de 1900. El velero fondeado en la bahía desoyó las recomendaciones de entrar al puerto. Venía un temporal de Levante. Consecuencias: 41 muertos (12 malagueños que acudieron en su ayuda). Años después, tras la riada de 1907, el pueblo alemán regala un puente a Málaga. Lo bautizan como el ‘Puente de los Alemanes’.

Las calles, a estas horas, tiene aún restos del baldeo nocturno. Muy poca gente. Hace viento. Viene fresco. Hay necesidad de abrigarse. Al sol se está a gusto. Recojo a unos amigos.

Por el camino – vamos de excursión – les explico un poco de la orografía por donde transitamos. A la izquierda, la Garbía malagueña. Al fondo, la sierra de las  Nieves. La Torrecilla no tiene restos de nieve. Se ve que el sol de la mañana no ha dejado que cuaje el sutil manto caído hasta ahora.

En Álora subimos al castillo. Admiran la Vega que se abre a sus pies. Luego, a El Hacho aún se asombran más cuando ven tanta belleza. El Torcal y la Sierra de Abdalajís cierran el horizonte. Abajo, el pueblo blanco. Parece una miniatura entresacada de una maqueta

Bajo una leve llovizna, al caer la tarde, he dejado a los acompañantes en Málaga. He pensado para mi interior que hoy he sido un hombre afortunado. Un aldabonazo mañanero a la conciencia y, después, por compartir mi día con el doctor Asenjo.

Por cierto, no lo había dicho. Antonio Asenjo fue el primer Alcalde Comunista de Coria del Río. Ganó las elecciones, por mayoría absoluta, al llegar la Democracia... Ah, y presidió la Procesión de Corpus – Ramón Tamames hizo algo parecido en Madrid – de su pueblo. ¿A que suena a raro en los tiempos que corren? Gente como esa es la que hace grande a España…

1 comentario:

  1. Y que lo digas, gente así hacen grande cualquier pais. preciosa excursión. Buen día

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