lunes, 29 de noviembre de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Perote

 

                                          


Perote es el que nace en Álora… Sí, ese pueblo que está entre el mar, que no ve pero lo intuye,  y las tierras interiores de la provincia de Málaga que las tiene casi a pedir de mano. El pueblo, o sea Álora, se asoma cada mañana a la vega feraz del río Guadalhorce que la bordea y le da un no sé qué especial. Es algo así como si empinado sobre sí mismo, pespunteara un encaje de sueños.

El perote nace aquí, vive aquí y muere aquí. Algunos, por mor de las circunstancias de eso que llamamos vida, tuvieron que levar ancla. (Ya dije antes que el mar no se ve pero se intuye) y tuvieron que irse a otras tierras y allí dejaron lo mejor que era, que es mucho, de ellos mismos… Nunca se olvidan de su tierra. La recuerdan, la quieren, la añoran y cuando pueden vuelven para estar, para respirar su aire, para echar el rato… Bueno, ustedes me entienden.

Del perote alguien dijo que conoce a los cojos tendidos. Eso viene a decir que el perote, tonto, lo que se dice tonto del todo, no es. Que se haga el tonto y deje que algunos ‘listos’ crean que se la dan con queso, es otro cantar. Alguien dijo que cuando ve venir el tren – los de antes, porque los de ahora, ni son trenes ni son nada...¡La gente se sientan unos frente a otros y ni se hablan…!- sabía si los viajeros, cuando se bajaban iban a subir al pueblo andando o en el coche de Rivero. Ya se sabe, según el pelaje…

El perote tiene una gracia innata porque Dios se la ha dado y suelta los golpes en los sitios más inverosímiles. Bajar a Málaga era algo poco inusual y solo se iba (no como ahora que la gente  va hasta para ver una comedia musical) cuando era necesario.

Cuentan de uno, que se sentó en la puerta de la Cosmopolita (La gente se citaba de 7 a 9). Calle Larios, en ebullición. Por allí confluían los que iban a hacer trato (calle…, al revolver, un poquito más allá), los que iban de tiendas – ellos, no, su mujer. Ellos, pagaban -  los que paseaban el esqueleto, los que se apalancaban a tomar algo… Se sentó a ver el panorama. Sobre la mesa puso un cartelito:

-         Ni compro lotería ni me limpio los zapatos.

Perote, de pura cepa…

 

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