domingo, 21 de marzo de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Diego de Ribera 1434

 

 

                                     



Partieron temprano, casi con la salida del sol, de su palacio de Écija. Cruzaron la campiña camino de Oxona. Tierras fértiles de campiña. Llanura extensa… Caminaban a medio a paso, decidido. Después entraron en terreno quebrado y dieron en caer, al atardecer, no lejos del río Corbones…

a nobleza andaluza andaba con escaramuzas en la frontera del reino nazarí. Querían más poder, más riquezas  y más favores del débil Juan II.

Diego Gómez de Ribera,  hijo de Per Afán de Ribera, el Viejo y Aldonza de Ayala, su segunda mujer, casado con Beatriz Portocarrero, muerta cuatro años después que él, Señor jurisdiccional, entre otras, del Cornil, Espera, Bornos, Cañete la Real, Olvera, Torre Aláquime…

Teniente de los castillos de Turón, Ardales, Torre de Rute, Iznájar, Castellar, Ayamonte, Zahara…Capitán General del Reino de Jaén y del Arzobispado de Sevilla, Notario, Adelantado Mayor de Andalucía, “brioso amante del arte de la guerra” y el corazón animado a facer daño en los moros en el invierno como en el verano.

No era la primera vez que caía por estas tierras. Había venido en tres ocasiones anteriores. En 1432 taló los valles de Cártama, Santa María, Xurriana y derrocó los molinos de Málaga; la segunda y la tercera sobre el cerro de los Pendones, entre Cártama y Alhaurín,  en la primavera de 1433,  y la cuarta, ante el castillo de al-Lura, en la primavera de 1434…

Volvieron a reemprender la marcha. Cruzaron el Turón, cerca de sus castillos de Turón y Ardales. Subieron un puerto y  bajaron cabe el cauce de un arroyo que, por ser primavera, llevaba aguas claras y abundantes. Pasaron la noche en la cercanías del Sabinal. A la mañana siguiente,  por el Puni llegaron a las cercanía del castillo y asentaron el  Real sobre Alora, una villa buena, de quien recibía mucho mal é daño el término de Antequera é de Ximena, é los cristianos que entraban á correr tierra de Málaga”.

Después de veinticinco días de asedio, desde las almenas: “En alta voces diciendo / que del real le han oído: ¡Tregua, tregua, Adelantado, / por tuyo se da el castillo….” Se levantó la visera, una flecha certera, le entra por la boca, le sale por el colodrillo. Lo sacan Pablo y Jacobillo “estos dos que había criado / en su casa desde chicos”. Nada pudieron hacer por su vida. Alóra, entraba en la Historia de Épica castellana.

 

ROSAS FERNÁNDEZ, Alejandro. Archivo Particular. 2020

Historia de Andalucía.

 

 

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