Mi pueblo, Álora, se viste de
azahar y flores nuevas para recibir cada año a la Semana Santa. Por lo que
todos sabemos, nos vamos a quedar sin procesiones en la calle. Sin Semana
Santa, no. A nosotros, eso no nos da igual, ese hueco cuesta llenarlo.
Somos la releche. Verán. La
señora de la casa, beata de velo de encaje negro, misal y rosario de perlas
blancas y cruz de lata imitando a plata, adoctrinaba a la muchacha que prestaba
servicios en su casa.
“Y ahora, le dijo, cuando veas las procesiones
por la calle, es algo de cada año. Eso te recuerda, que lo apresaron y lo
azotaron y lo coronaron de espinas y lo crucificaron y… Y, eso por qué, preguntó desconcertada, la
chiquita… Por voluntad del Padre, contestó… Ojú, respondió, ¡qué padre con más mala leche!”.
Este año no se podrá cantar: “Pueri hebraeorum portantes ramos olivarum,
obviaverunt Domino: Hosanna in excelsis” cuando los niños las agiten al
aire. Bendito el que viene en nombre del Señor. La calle Atrás no verá cómo
Jesús, sobre una borriquilla hace que Jerusalén, por unas horas, sea más
nuestra, ni las madres – por aquello de estrenar el Domingo de Ramos - con
trajes nuevos comprados con la tarjeta del Corte Inglés y pagado en el mes
siguiente y niño, mira, mira al móvil para enviarle la foto a la abuela…
Pero Álora es como es. En
cualquier sitio Jesús Orando en el Huerto saldría de un templo… pues aquí sale
de un templo, por supuesto, que también tiene su miga. Los hermanos levantan la
capilla con un esfuerzo enorme, dan sablazos, recogen, ladrillos, cemento,
arena, yeso… Llega la hora de la bendición. El Obispado, ante la ausencia de
proyecto, plan de ejecución de obras, permisos…,no lo autoriza y se niega a la
bendición.
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¿Qué no hay bendición religiosa, dice uno de los echados pa lante?, pues, vamos y lo
bendecimos por lo civil (sic).
Jesús Orando en el Huerto, la
noche del Domingo de Ramos no viene de Getsemaní, que no, que no, que aquí
viene…¡del Calvario!
En la mañana del Viernes Santo se
produce la llamada totémica de los perotes. Los portadores delanteros de los tronos
de Jesús y Dolores se arrodillan ¡hasta tres veces! a la señal de un maestro de
ceremonias. No, no es un reencuentro. Nosotros lo llamamos: la Despedía…
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