Como José María García, periodista
deportivo radiofónico, investido de buscador
de la verdad – la verdad de cada uno es solo parte de la verdad – la emprendiese
contra alguien, más le valía que lo pillara la cochinita en mitad de la vía.
“Butanito”, de apodo, tenía más
poder que el Presidente del Gobierno y era más mordaz que la lengua de una
beata mala. Llegaba hasta los rincones más oscuros de los cajones más cerrados
en los armarios olvidados en desvanes y trasteros de telarañas, ratones y
cobijo nocturno lechuzas.
José María García, acuñó una
frase que se hizo – hoy se diría viral - que no sé qué es realmente, pero que
la gente la usaba con una facilidad de asombro. “Gol en las Guanas”. Todo el
mundo sabe qué es un gol y que aquellas Gaunas era el campo, embarrado casi siempre,
donde jugaba el Logroñes y donde caían los gigantes del fútbol que, además del
equipo contrario, tenían que luchar contra los elementos.
La frase ayudaba, también, a
cambiar de tercio en una conversación o servía para enviar, de manera incisiva,
alguna misiva que llevaba un destino determinado.
Está el patio con una camada de
toros soliviantados, a cornadas unos con otros, empitonándose y con menos
misericordia, entre sí, que un verdugo en el cadalso. Exhiben garras, navajas
cachicuernas de esas que cortan la yugular desde enfrente con que solo se
miren. (De la moralidad y ética, de todos, de todos, ojo, no hablamos)
Cuando alguien, dentro de un
puñado de años, analice la catadura del ramillete de personajes protagonistas
en portada de telediarios, tendrá que echarse agua fría a la cara para ver que
realmente no está en un sueño y sí analiza la realidad, despierto.
Entonces verán que los muertos en
el primer año de pandemia - de eso no tienen culpa los gobernantes, quede claro
– casi rondan los cien mil. Algo así como si el Instituto Nacional de Estadística
anunciase que se borran del mapa: Lugo o Santiago de Compostela o Cáceres…,
tropecientas mil empresas arruinadas y muchos españoles en las colas de
Caritas. Ellos, con el “gol en Las Gaunas”.
¿A que da qué pensar? Me quedo
con el gol en Las Gaunas. Otro gol, el de mi Málaga, este mediodía, que nos
aleja un poquito más del descenso… ¡Qué egoísta soy, Dios mío!
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