miércoles, 24 de enero de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Eras Tú

 Hay un murmullo sordo entre las hojas de la parra; se mueve, casi imperceptiblemente, la enredadera verde y frondosa,  y se escuchan pasos de sigilo  entre las flores lilas de la pasiflora que se abrieron por la tarde… Eras Tú…

Hay un tintineo de estrellas lejanas. Se pierden en la oscuridad del cielo. Unas más refulgentes; otras, las más lejanas, apagadas. Parece, como si todas, de una vez, quisieran lanzar un mensaje y abren entre ellas una pasillo que da vuelva y más vueltas y no termina nunca a modo de laberinto, y una mano toca una sinfonía que no se acaba…Eras Tú.

Ha asomado la luna por lo alto del cerro. La luna, al principio cálida y cercana se abría paso por el perfil del horizonte; luego, a medida que se elevaba, se hacía más grande, lo llenaba todo, lo invadía todo. El camino era un reguero de luz tibia… Eras Tú.

Hay soniquetes de cencerras en el corral. La cabras dormitan. De vez en cuando se levanta alguna. Un sonido de latón, metálico y diferente se transmite por el aire y llega hasta donde las ondas se pierden y se queda allí y, entonces, entonces, sé que… Eras Tú.

Silban las retamas con el aire que se levantó al caer la tarde. Toda la sierra es un clamor. Se hablan entre sí los pinos y lanzan notas aguadas; las ramas de los olivos son como un enjambre de oboes que tocan bajo una batuta mágica. Tocan y tocan la sinfonía de la noche… Eras Tú.

Por las ramas de los naranjos se filtra el aire; se bambolean los cipreses como haciendo reverencias a algo que está por encima, tan alto, tan alto que ni ellos que sobresalen sobre todos los demás árboles alcanzan a verlo… Eras Tú.

Eras Tú quien propició el café mañanero con un ángel, y luego, después,  la mesa de la amistad compartida y la tertulia sobre escritos y los jirones de la vida…


Porque eras Tú quien está entre los pámpanos de la parra y las flores de la enredadera y en las rosas nuevas y en los pajarillos que acurrucan su cabeza pequeña bajo el ala  y en la luna, y en las estrellas lejanas y en el brocal del pozo y…, sí, sí. Lo sé. No hace falta que me lo digas, eras Tú. 




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