En el camino, mejor, a pie de
carretera conforme se va a Flores, antes de llegar y al lado izquierdo hay un
humilladero. ¿Y eso qué es? preguntó una vez un niño. Alguien le explicó que
era un recuerdo de otros tiempos.
En el camino, antes de seguir
carretera adelante está la pequeña construcción. Es de tapial blanco. Se corona
con un tejadillo pequeño. Vierte a cuatro aguas. Se accede por unos dos peldaños.
Tiene una puerta de madera y un cristal para que la gente vea lo que hay
dentro.
Es pobre y mínimo. Sobre un
pequeño poyete una cruz de madera. La cruz dicen los que saben que se extendió por
occidente en la época de Constantino, el que venció en la batalla del puente Milvius y que desde
entonces, fue el símbolo usado por los
cristianos sin ningún reparo.
Según otros fueron los visigodos los que tuvieron la
costumbre de colocarla sobre los cerros, los promontorios y los lugares
elevados para que irradiase su influencia por todos los contornos. La cruz –
existe también la cruz de cada día – acompaña al hombre en su caminar. Para
unos es un asidero; para otros, pues, eso, ya se sabe…
El humilladero que está en
Flores es pequeño. La vista es esplendida. Un poco más bajo porque el terreno
lo ha querido así, el convento. Es el convento de Flores, donde está la Virgen,
donde cada día acude gente y se sienta en los bancos. Otra enciende una vela y
le reza que es una manera de hablar con Ella.
El humilladero ve cómo pasa
también otra gente por el borde del camino. Es gente que va de prisa. Algunos,
llevan unos artilugios en los oídos. Se llaman auriculares. Sirven para
escuchar música. Yo cuando, algunas veces, he andado por el mismo camino he
preferido escuchar cómo silba el viento, cómo se escucha el cacareo de las
gallinas, cómo ladran los perros.
El humilladero está, si se mira
desde otra perspectiva, al pie de El Hacho y a la falda de un muro de piedra.
No le demos más vueltas. Es pequeño. Tiene dentro una cruz de madera; una
puerta que nunca está abierta, y un montón de recuerdos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario