sábado, 13 de enero de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las nuestras: Gloria Fuertes

La calle de la Espada es una calle lóbrega y tristona. Tiene poca anchura y menos sol. Las casas antiguas  de calle de la Espada son de medio pelo, como eran las casas en el barro de Lavapiés en el primer tercio del siglo XX. Está a tiro de piedra de lo que, en aquel tiempo era la plaza del Progreso y, luego, Tirso de Molina.

Muy cerca, en Mesón de Paredes, Antonio Sánchez regentó una taberna; Antonio Díaz Cañabate la llevó a la literatura. A la taberna acudía, ya adulta, Gloria a beber y a escribir.  Son casas de balcones, altos. Entre dos balcones, bajo un farol, un cuadrado colocado a modo de triángulo de metal tintado de amarillo y con letra muy legibles dice: “En esta casa nació la poeta”. Con letras más grandes: “Gloria Fuertes”; debajo entre paréntesis (1917-1998) Y se remata “Manantiales de versos encendidos / y cascada de paz / es lo que tengo”.

Gloria Fuertes nació en una familia humilde. Su padre, bedel; su madre, costurera y sirvienta. La niña montaba en bicicleta por aquellas calles. Luego, con siete años, se va a vivir al Palacete de Zurbano donde trabajaba su padre. 

Gloria escribe a modo de aldabonazos: “A los nueve años me pilló un carro / y a los catorce me pilló la guerra; a los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía”. Fue una niña que tenía zapatos rotos y nunca tuvo muñecas. Cuenta que fue a un colegio donde una monja le daba pellizcos; se quedaba dormida en la letanía. Aprendió cuanto pudo en aquel tiempo: mecanografía, tipografía, contabilidad y puricultura.

Contó que “Quise ir a la guerra para pararla / pero me detuvieron a mitad de camino”: Pasada la contienda conoce a Edmundo de Ory (Hay una relación; dura más de quince años). Entra en contacto con el Postimos. Es la corriente que viene ‘detrás de todo y que acoge todo lo nuevo”. En moto recorre los pueblos cercanos a Madrid; lleva bajo el brazo, la poesía.


Colabora en radio y prensa. Estudia Biblioteconomía e Inglés. Conoce a Philys Turnbull. Comparten experiencias vitales. Su desaparición la marca profundamente. Bebe y fuma; adelgaza. Llega la terrible enfermedad… Se nos va. Es noviembre. Deja su fortuna para los que no tienen nada. 






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