La cañada de la Zorrera solo
saca agua cuando llueve; o sea, casi nunca. Baja a modo de torrentera saltando
de piedra en piedra. Lo arrastra todo, forma arroyaderos y va al arroyo de los Chinos. Al arroyo de
los Chinos, también lo conocen por el arroyo de la Atalaya.
En los meses de verano cuando
el arroyo corría los niños nos bañábamos en las pozas que se formaban debajo de
las piedras grandes junto a la barraca de la fuente de Pedro. El arroyo de los
Chinos va otro arroyo, al Jévar; y éste,
al Guadalhorce. El Guadalhorce llega al
mar por las cercanías de Málaga.
En la capital, a los que
vivimos en los pueblos, nos llaman catetos. Algunos de la capital son muy finos, ellos. Los
domingos vienen a los pueblos y, en lugar de comprar pan ‘casero’, se llevan
para sus casas pan ‘cateto’ que es más despectivo y suena peor. Ahora,
con eso de las levaduras nuevas, a los tres días crían moho y se les pone
verde. Nosotros nos vengamos de
ellos; los llamamos ‘domingueros’.
Alguna gente de los pueblos es sagaz y más lista que el hambre. Conoce a
los cojos tendidos. Dicen que cuando vienen los de la capital al pueblo
pretenden arramplar con todo. “Una mano por el cielo y otra por suelo”. Como si
en el campo todo se criase solo y los estuviese esperando a ellos. De esos
también nos vengamos y siempre les regalamos barro cuando llueve; en verano, polvo
para los zapatos.
En algunos pueblos andan a
sombrerazos buscando que idea poner a flote
- ahora se llama ‘poner en valor’. ¡vaya tela marinera! – para
atraer a los posibles visitantes. Me
decía una amiga que en la capital tienen hecho un calendario de dónde ir a
comer gratis el domingo. Y así buscan las migas de Torrox, la sopas de Álora,
la matanza de Ardales, el queso de Teba, las castañas de Yunquera…
Cualquier día ofrecerán la
Biblia en pasta. Si es pagando, poca aceptación; si es gratis habrá quien se la
lleve, aunque sea envuelva en papel de celofán y no piensen leerla, para colocarla en la
vitrina de su casa junto al ramo de flores de plástico…
Ante todo esto solo cabe una tranquilidad, los domingueros nunca llegarán a la cañada de la Zorrera. Eso está muy perdido para ellos.
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