¿Dónde estaba la cohorte
laudatoria que ha aparecido con la muerte de Gregorio? En España, especialista
en entierros, siempre aparecen. Son
advenedizos como espárragos en otoño. Esperan
el momento oportuno. Sacan pecho,
presumen de amistad y chupan cámara en beneficio propio y a costa del muerto
que ya está calladito y bien en silencio.
El fenómeno es para estudio. En
Chiquito de la Calzada hay dos personajes. Gregorio y el humorista. El hombre
durante mucho tiempo fue un palmero en tablaos de Segunda B, y si me apuran de
Tercera división. Gregorio tenía la mala costumbre de comer todos los días y si
podía hacerlo varias veces bajo la misma luz del sol, también.
Los que entienden de cante
dicen que como cantaor no era una primera
figura. Entonces, agudizó el ingenio y sacó lo que llevaba dentro. Se buscó las
habichuelas en tablaos donde se pagaba poco y, el sinvergüenza de turno si podía, a veces, escurría el bulto y no
pagaba.
Chiquito lo pasaba mal. Venía
de un barrio donde no sobraba la abundancia. Casi en lo alto de la cuesta el
hermano de un amigo, Economista de profesión, le preparaba los papeles para
gestionarle una pensión no contributiva.
Un día la fortuna pasó por su
puerta. Llamó; entró. Cambió su vida. Parece que ahora la fortuna efímera del
recuerdo va a pasar otra vez. Vendrán medallas, cartapacios escritos con letras
de otro tiempo, reconocimientos, una estatua en no sé qué plaza o el rótulo en
una fachada. Todo eso está muy bien. ¿No creen que vien un poco tarde?
Este hombre las pasó canutas en
noches largas de horas y de hastío. Hacía reír y disfrutar a muchos. Si pudiese a más de uno le haría
llegar un mensaje con el vocabulario que él acuñó y sentó escuela de imitadores.
Eran noches de vino, jamoncito y queso bueno para algunos. La troupe tenía que
alargar la mano a ver qué se perdía entre el plato y la boca.
Él, generoso, dio todo lo que
llevaba dentro. Ahora con su muerte ha dado materia para hablar a muchos medios
que casi nunca se acordaron de él y motivo de lucimiento para otros que
acudieron a su entierro a ‘ver y ser vistos’ ¿Gregorio? La excusa oportuna…
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