Mañana soleada de cielo azul
que se enseñorea de toda la Serranía. Están limpias de nubes las cumbres
cercanas; las choperas han pasado del dorado a las hojas de cobre; ocre
bellísimo. Esperan pacientes que se
cumpla el ciclo de otoño. No hay yerba en la dehesa; no ha llovido. Los
cochinos van bajo las encinas buscando la bellota. No ha aparecido la otoñada;
no han salido aún las primeras sementeras.
Entre la Cueva – Cueva del
Becerro - y Setenil un rebaño de ovejas;
luego, otro. Los pastores no van abrigados, llevan dos perros turcos con el
pelo ensortijado y brillante. Caminan al paso del rebaño. Están abiertas las
barreras del paso a nivel…
‘Siete veces, nada’, dicen que
le dijeron al Rey Católico, Fernando, que era de Aragón, que era consorte en
Castilla y que se las andaba por tierras de la Serranía en una lucha sórdida y
final contra el reino nazarí de Granada.
Septem nihil. Siete intentos,
siete veces fallidas. El castillo, inexpugnable.
Desde los comienzos del siglo XV. Luego Juan II, y al final, como casi todo en
aquel tiempo, vienen los Reyes Católicos y allí se acaba el invento. La
Historia dice que era por septiembre y en 1485.
Setenil de la Bodegas está a orillas
del Guadlporcún. El río encajonado y profundo; lleno de maleza, sucio. Al río
en otros sitios se le conoce, también, como el río de Olvera o el río de
Zaframagón. Ya se sabe, cada uno en la feria…, pues eso.
Es un pueblo pintoresco.
Diferente a otros pueblos; no hay otro igual. Piedra y cal desde la lejanía. En
la distancia cercana un sucesión de viviendas que apuntan a trogloditas. Evoca
un tiempo pasado como si por él no hubiese pasado la sucesión de los días. Todo
está bajo techo que da umbría y protección y, si me apuran, hasta un encanto
que no tienen otros pueblos.
Dejo el pueblo con la duda de saber
si han recuperado su ‘Damita’ con más
de cinco mil años de antigüedad que custodiaba el museo de Cádiz y con dos
certeza: Barcelona pierde la sede de la Agencia Europea del Medicamento y que
en Setenil rotulan la esquina de una calle con una claridad meridiana: ‘Gibraltar
Español’. Cosas veredes, amigo Sancho…
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