miércoles, 1 de noviembre de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ampudia

Declina la tarde. El viajero deja a sus espaldas  San Hipólito el Real en Támara de Campos. Lleva en su retina la magnificencia del templo. Se asombra. ¡Cómo pudo ser  Castilla tan grande!  La respuesta le viene con un gozo sentido por dentro. Baja la cuesta. Una placa dice que allí nació Sinesio Delgado. Así, a lo mejor no… Si les digo que fue el fundador de la Sociedad General de Autores…

Un puñado de palomas picotea en el rastrojo;  No está lejos el palomar. Es un edificio redondo, inconfundible. En la parte superior unas ventanas pequeñas se abren al campo; está casi derruido. Lo ha castigado el tiempo. Tampoco hay muchos hombres que valoren  ya la palomina ni la importancia económica que en otro tiempo tuvieron los palomares.

Junto a la carretera un abrevadero. El borde del pilar, desgastado. Pasa por Piña de Campos. Es un pueblo pequeño. Es un pueblo como todos los pueblos de Castilla de color ocre. Sobresale un templo magnífico. Otro. Le saca tres o cuatro cuerpos a los tejados de las casas. Una polvareda delata al tractor que ara la tierra en la planicie.

Cruza, otra vez, ahora en otro sentido, el río Carrión, y luego, el Canal de Castilla y echa sobre sus espaldas kilómetros de soledad. No transita casi nadie. El viajero va solo. Contempla, mira, se empapa de un horizonte entrecortado por  oteros, algunas choperas vestidas de oro viejo y  otros tractores. El hombre castellano trabaja su tierra.

Llega a Ampudia. Pregunta por cómo ir al castillo. Le atienden un hombre joven y otro mayor. El hombre entrado en años lleva una garrota en la mano. Se apoya en ella; le indica. El joven le dice que por ahí, no, que es dirección prohibida. Sube por la calle del Agua y por la Costanilla de Santiago y está a los pies del castillo… Mucha historia detrás de sus muros. Siglo XV; luego, García López de Ayala y Comuneros y Carlos I y obispo Acuña…


Luego baja hasta la Colegiata de San Miguel. En el Museo de Arte Sacro le atiende Ascen… Encantadora. Le digo que sé de Ampudia por una amiga que vive en Barcelona que se llama Begoña y a quien conocí en Encinasola  de donde es su marido, y va me espeta: “¿Usted no será José Morales al que yo leo todos los días?” y… 


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