Debo decirte
que nos vamos a Fuenteheridos y a Castaño del Robledo. Es tierra de Huelva. Tanto
tienen de pequeños como de tesoros de naturaleza viva. Te sorprenderán y
lamentarás no haber andado antes por estos lugares de la Sierra ahora que el
otoño ha dicho que ya está aquí.
En la fuente
de los Doce Caño, estás en el nacimiento del Múrtiga. Más de dos millones de
litros - al menos eso dicen los papeles que leí bajo la sombra de los castaños
- diarios, y si te das en pasear por el pueblo - no llega a los ochocientos
habitantes - te darás cuenta que el color de las tejas confiere identidad de
pueblo serrano.
Si te digo que
por aquí hay constancia de la presencia del hombre desde el 1300 a . C., y que no hay noticias de la
presencia de Roma y sí del tiempo de cuando los musulmanes y que en el siglo
XIII, allá por 1250, fue repoblada la zona por castellanos-leoneses, que quizá
por esa fecha nació la aldea, pues ya, menos que más, sabes algo de su carné de
identidad.
Debes conocer,
también, que los caleros llevaban la cal a Sevilla, en competencia con los de
Morón, pero eso era en el XIX, que, por cierto, es cuando construyen su plaza
de toros. La inauguró Mazzantini.
El paisaje de
castaños, alisos, fresnos, álamos, chopos, olmos... te acompañan. La vegetación
es un bamboleo de hojas que bajan de las ramas a suelo. No puedes señalar un rincón determinado. Sólo - y no es poco -
te lo vas a llevar en la retina. Es una sinfonía de oro viejo…
Castaño del Robledo
es uno de los pueblos más bellos - los otros Galaroza, Alájar, Linares…, en la
misma sierra y a diferentes vientos - de Andalucía.
Es preciso y
precioso ejemplo de arquitectura popular. Está rodeado de hermosos paisajes,
pero, ¡ay! el último censo le daba poco más de doscientos habitantes. O lo que
es lo mismo: la lenta agonía de los pueblos de la Sierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario