La noticia del periódico da una cifra escalofriante.
Cuarenta mil personas ‘viven’ – es un decir, claro – en la calle. Demasiados.
Todos juntos formarían una ciudad de consideración.
Cuarenta mil personas tienen por hogar un banco del
parque, los bajos de un edificio abandonado, una bocana en desuso, un escalón
cualquiera, o vaya usted a saber dónde se guarecen como animales abandonados y
desorientados.
Adrede he usado la palabra animal. ¿Podemos sentir
sentimientos positivos hacia otros seres de la naturaleza y no hacia nuestros
semejantes? ¿De verdad que los hemos relegado a ese lugar donde casi ni llega
la conmiseración?
La cosa no queda ahí. Las organizaciones altruistas
denuncian que hay más de tres millones y medio que viven en hogares inseguros. Hay
más: sobre cinco millones, poco más o menos, en chabolas…
La noticia, sobrecogedora. Culpar a las clases
dirigentes puede ser acertado. También es lo más fácil sobre todo cuando la conducta de
uno llega poco más allá de devolver el saludo de un ‘buenos días’ o de dejar
unas monedas sobre la mano que la pide.
Hay, en este colectivo, gente de todas las
condiciones sociales. Cuando se hurga en sus vidas se ven causas que
sencillamente podrían haber venido para nosotros pero, miren por dónde, cuando
se acercaban, esa mano que llamamos destino, las pasó a la acera de enfrente y,
siguieron de largo por la calle.
Sus almas fueron mariposas libres. Están atrapadas
por los alfileres de una sociedad entomóloga y acaparadora de egoísmo. Piden la
oportunidad de un segundo vuelo. ¿Se lo negamos?
Se acercan meses tremendos en la meteorología.
Vendrán nieves, heladas de madrugada, lluvia y frío, mucho frío. Quizá algunas
de ellas serán noticias en el periódico cuando informen que ‘un indigente murió
a causa de la ola de frio’…
Vienen, también, días de música – cuánto más ruido,
más felicidad – consumos, escaparates donde ya no caben más productos; muchos
peces en el río y reyes por arenas que siguen una estrella…Otras personas
tienen en el olvido la estrella y la espereza de un cambio en sus vidas. La
perdieron; no la encuentran. Hoy la poesía de la vida viene marcada así. Ustedes,
perdonen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario