De Noruega sabemos muy pocas cosas. Noruega está al
norte de Europa. La Geografía dice que forma parte de la Península Escandinava,
esa que tiene una forma muy rara que parece como un animal, con cabeza y cola, y
que mira hacia no sabemos dónde…
La bañan
mares de aguas muy frías, tan frías que a uno le pusieron por nombre Océano Glacial
Ártico que ya su nombre dice bastante. En el Cabo Norte se acaba el continente
y un paso al frente significa que se ha terminado la tierra firme…
Noruega es un país precioso. Ciudades de ensueño;
paisajes, únicos. Nebulosas de auroras boreales y salmones. Sol de medianoche y
oscuridades. Fiordos, valles invadidos por el mar… Nieves en demasía; bosques, lagos,
arces y renos que, en verano, pastan a orillas de la carretera.
Oslo, la capital es una ciudad fea; Bergen, la
entrada a los fiordos; en Tromson, dentro del Círculo Polar Ártico, ven el
primer rayo de sol el dieciséis de enero. De allí partieron las expediciones de
Amundsen y Nobile al Polo Norte; Trondheim alberga a la Universidad Noruega de
Ciencia y Tecnología; Narvik vivió una batalla naval en la Segunda Guerra
Mundial…
En Noruega nacieron Henrik Ibsen y Edvard Grieg. Uno,
dramaturgo; el otro, músico. De Ibsen se dijo que era el autor de la obra bien
hecha; casi perfecta. Sus personajes, casi tan reales que se hacían creíbles.
Grieg recogió la música popular de su país.
Peer
Gynt
es una de las obras de Ibsen; Grieg le puso música. Conjunción bellísima del
romanticismo noruego. Juego de literatura y música. En “La mañana”, la flauta y el
oboe llevan a entornar los ojos y soñar con el sol que sale y se abre paso
entre el ramaje de los árboles…
Es la música necesaria para algunos momentos, y ¿entonces?… Entonces, se agradece que
existan los hados, que los sueños pulsen a la realidad, y que siempre ganen los
sueños…
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