Don José Oropesa tenía colgado en la pared un mapa
de hule. El mapa decía que Barcelona estaba en la misma orilla del mar de
Málaga pero muy lejos. En Primero, del Bachillerato de entonces, estudiábamos
con don Emilio Mandly las comarcas de España. El libro enseñaba que Barcelona
estaba en el ‘Maresme’ y que, también, estaba muy lejos.
Don Hilarión, de quien en aquel tiempo yo no tenía
ni idea, cantaba en la Verbena de la Paloma aquello de “hoy las ciencias que es
una barbaridad”, y lo repetía: “una barbaridad”.
El tren no cruza mapas de hule ni comarcas de libros descatalogados. El tren, el AVE – que
sí que es ciencia – une Barcelona con Málaga en poco menos de seis horas. En tanta
distancia recuerdo aquellas paradas del tranvía de Huelín. Aquí más distantes y
con otros nombres: Camp de Tarragona, Lleida-Pirineus, Zaragoza, Ciudad Real,
Córdoba, Puente Genil-Herrera, Antequera- Santa Ana y a su templo, o sea
Málaga.
La estación de Sant era un hormiguero. Tableros
electrónicos anuncian salidas para Madrid-Atocha, Sevilla, Irun, Bilbao,
Villafranca, Pamplona… Todo es gente que va y viene, todo es megafonía
ensordecedora y mensajes en todos los códigos posibles…
El tren sale puntalmente. Arrancas suave. Toma
velocidad. Sale a campo abierto; ciudad
se aleja – por la velocidad – en el espacio. Todo está ya tan lejos que parece
que están ahí quietos; no muestran toda la vida que llevan dentro.
En Camp de Tarragona no baja nadie; sube gente.
Frutales alineados viñedos, masías, pinares, túneles. En Lleida-Pirineus se
completa el vagón, un equipo de deportistas uniformados, una chica de ébano,
varias parejas de personas mayores, un hombre solo…
Pasado el Cinca, Los Monegros. Por la hora debemos
estar ya en latitud Oeste. El sol muy bajo; la tierra muy pobre. Velocidad del
tren 3992 con destino a Málaga-María Zambrano, 301 km/h. todo pasa muy deprisa
en la cercanía; al fondo, la cadena de montañas recorta el horizonte.
El crepúsculo precioso. Cielo rojizo, entelerañado.
Salimos de Zaragoza; casi ha oscurecido. Cruzamos la Ibérica; noche cerrada… A
lo lejos, las luces sitúan a los pueblos. Bordeamos Guadalajara; en la lejanía
Madrid es un ascua de luz. Atravesamos Sierra Morena. El ruido anuncia la
entrada en un túnel… El mapa de hule es un recuerdo.
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