domingo, 13 de noviembre de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora, Luz del Sur

Alguien escribió un día, y dijo de él, que era ‘luz del Sur’. También se ha dicho que lleva al lienzo el quehacer de cada día. Barbeito, - Antonio García Barbeito - fue más allá; no se quedó corto y lo definió como el pintor que pinta ‘el agua en movimiento’.

Nació en el barrio de la Plaza de la Merced. En la calle Tomás de Cózar, estrecha y enigmática, llena de embrujo y misterio por la que el sol pide permiso, sin conseguirlo a veces, para entrar por ella y entonces se dedica a juguetear con las sombras. Allí empapó su alma sensible de artista  de ese devenir diario que llamamos vida.

Supo del agua que cae en un chorro continuo y claro sobre la orza de barro, y chorrea, y deja que corra como corre la vida que infundió Aquel primer alfarero; del grifo que gotea porque el paso del tiempo determinó que ya no cerraban las zapatas.

Dejó el aroma de las frutas maduras y el embrujo de las rosas rojas, amarillas, blancas, ajadas porque cumplen ciclo y derraman belleza como derrama gracia y luz, - ‘la sagrada luz del sur’-  la bendita tierra a la que pedimos tanto y damos tan poco.

Hay un hálito de humo de castañas por las esquinas. Se asoma el otoño a las plaza y los castañeros ponen esa nota que dice que se acabó el verano, que estamos al revolver de un puñado de días, de que beban y vuelvan a beber los peces en ese río que viene de las montañas en papel de plata, y que hay tres Reyes perdidos por no se sabe que desierto y vienen guiados por una estrella…


Leonardo, Leonardo Fernández, que es de quien se trata, se ha ido a la Plaza, bueno, a su Plaza de la Merced, y ha decidido que en este otoño seco corran gotas de agua, la Gracia de Dios, sobre el plástico que protege a la castañera y todo recobre el encanto de quien ve y asiste al milagro de eso que llamamos vida…


1 comentario:

  1. Gracias amigo Pepe por tu artículo pero tus palabras son poesía. Un fuerte abrazo.

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