sábado, 28 de mayo de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las nuestras: Zenobia

Malgrat de Mar es un pueblo del Maresme. Está – lo dice su nombre – a orillas del Mediterráneo, de aguas azules y olas con cantos de sirena. Es el mar de Ulises y de Homero y de fenicios que venían siguiendo las indicaciones de las palomas mensajeras. Es también, el mar de Zenobia.

Era una mujer de tez blanca; barbilla puntiaguda;  pelo recogido y lacio; ojos verdes claros que dicen con solo contemplarlos y casi siempre esbozando una sonrisa que dejaba ver una boca grande y una dentadura perfecta.

Zenobia Camprubí Aymar nació a finales del siglo XIX. Entonces, su pueblo casi no llegaba a los tres mil habitantes. Zenobia nació en una familia culta y adinerada. Es la única mujer entre cuatro hermanos. Desde niña los lazos fueron frecuentes con Puerto Rico y con  los Estados Unidos.

Estudió en la Universidad de Columbia. Tuvo contactos con el feminismo americano. Viajaba sola – que no era normal en aquel tiempo - y leyó a los clásicos españoles e ingleses. Escribió cuentos en castellano y en inglés antes de entrar en la traducción de Rabindranath Tagore.

En 1909 llegó a La Rábida. Estuvo un año. Creó una escuela para enseñar a los niños de la aldea. Escribió y se aficionó a la poesía popular española. En 1910 se trasladó a Madrid. La llamaban “la americanita”. 

En 1913 tuvo noticias de la existencia de un poeta ‘arisco y extraño’ al que molestaba el ruido pero que pegaba el oído a  la pared para escuchar la sonrisa de aquella muchacha a la que no conocía. El poeta se llamaba Juan Ramón Jiménez.

En 1916 unieron sus vidas. Ya no se separarían más. Cuarenta años y desde entonces se centra en su compromiso social de ayuda: “la enfermera a domicilio” y en Juan Ramón. Zenobia renunció, incluso al tratamiento contra el cáncer en Bostón, por estar junto a él que no soporta la vida en Estados Unidos.


Exilio; saquean su casa de Madrid; penurias económicas. Deambulan por Cuba, Estados Unidos, Buenos Aries, Puerto Rico; profesora en la Universidad. Tres días después de la concesión del Noble muere Zenobia. El alcalde de Moguer pone un telegrama a Juan Ramón: “todo Moguer comparte tu dolor por el fallecimiento de Zenobia” Octubre, 28. 1956.

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