Malgrat de Mar es un pueblo del Maresme. Está – lo
dice su nombre – a orillas del Mediterráneo, de aguas azules y olas con cantos
de sirena. Es el mar de Ulises y de Homero y de fenicios que venían siguiendo
las indicaciones de las palomas mensajeras. Es también, el mar de Zenobia.
Era una mujer de tez blanca; barbilla puntiaguda; pelo recogido y lacio; ojos verdes claros que
dicen con solo contemplarlos y casi siempre esbozando una sonrisa que dejaba
ver una boca grande y una dentadura perfecta.
Zenobia Camprubí Aymar nació a finales del siglo
XIX. Entonces, su pueblo casi no llegaba a los tres mil habitantes. Zenobia
nació en una familia culta y adinerada. Es la única mujer entre cuatro
hermanos. Desde niña los lazos fueron frecuentes con Puerto Rico y con los Estados Unidos.
Estudió en la Universidad de Columbia. Tuvo
contactos con el feminismo americano. Viajaba sola – que no era normal en aquel
tiempo - y leyó a los clásicos españoles e ingleses. Escribió cuentos en
castellano y en inglés antes de entrar en la traducción de Rabindranath Tagore.
En 1909 llegó a La Rábida. Estuvo un año. Creó una
escuela para enseñar a los niños de la aldea. Escribió y se aficionó a la
poesía popular española. En 1910 se trasladó a Madrid. La llamaban “la
americanita”.
En 1913 tuvo noticias de la existencia de un poeta
‘arisco y extraño’ al que molestaba el ruido pero que pegaba el oído a la pared para escuchar la sonrisa de aquella
muchacha a la que no conocía. El poeta se llamaba Juan Ramón Jiménez.
En 1916 unieron sus vidas. Ya no se separarían más.
Cuarenta años y desde entonces se centra en su compromiso social de ayuda: “la
enfermera a domicilio” y en Juan Ramón. Zenobia renunció, incluso al tratamiento
contra el cáncer en Bostón, por estar junto a él que no soporta la vida en
Estados Unidos.
Exilio; saquean su casa de Madrid; penurias
económicas. Deambulan por Cuba, Estados Unidos, Buenos Aries, Puerto Rico;
profesora en la Universidad. Tres días después de la concesión del Noble muere Zenobia.
El alcalde de Moguer pone un telegrama a Juan Ramón: “todo Moguer comparte tu dolor por el fallecimiento de Zenobia”
Octubre, 28. 1956.
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