Es la escusa. No tiene nada que ver con el malvado personaje
que andaba entre viñedos en California y casi – y sin casi, ante la pregunta
del presentador – nos enteramos que ‘JR’ es el nombre del perrillo protagonista y las
iniciales del autor: Juan Rebollo, que acaba de presentar, Confidencias con el espíritu de mi perro.
Obra en prosa; encierra más, bastante más de lo
apunta el título. Juan - ¿confesiones de un san Agustín de hoy? - ha desplegado
sobre el pentagrama de hojas blancas una sinfonía de su vida. No la ha escrito
en clave de Sol ni de Fa; no. La ha escrito en clave intimista. El autor habla
de sí, consigo mismo y con los demás.
Debajo de todo subyace Mollina, el pueblo al que
vuelve - ¿alguna vez se fue? – después
de un periplo por los medios de comunicación y con un bagaje viajero que llena
una maleta de experiencias, de vivencias, de dioses y demonios, de apuntes que
dejan muy claro dos cosas. Estamos ante un hombre con una vida interior enorme
y con una pena. ¡Qué pena de haber
perdido un gran periodista!
En unas líneas del pentagrama aparece el poeta
observador que ve en la lejanía las luces de Antequera o “la luna, entre hilachos
morados”, o se las busca con los fantasmas que llegan en la noche San Juan, o
en ese campo que lo marcó de niño; en otras, llegan los recuerdos, los
encuentros, los desengaños, la infancia a la que llama y a la que refleja
en la persona de Oliva como la prolongación positiva de lo perdido.
Deja Juan, también
- entre líneas - un puñado de mensajes subliminales: la angustia de la
penuria económica del que tiene que sobrevivir con su trabajo, una niñez
marcada (“mi aislamiento y mis soledades”), aquella primera bicicleta para mitigar
un irremediable; el cementerio…la fecha maldita, un deje de amargura ante la
ingratitud de los más cercanos. ¡Qué sé yo! Juan, si lo sabe.
Me quedo con una duda. ¿Existió JR? Juan habla con él mismo. Por aquello de don
Antonio Machado, de ¿“quien habla solo espera a hablar con Dios un día”?.
Cualquier tarde le pido que me invite a un café… y lo hablamos. Mientras tanto,
échenle un vistazo al libro, ya verán, ya verán…
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