La Leyenda de
la ciudad sin nombre fue una película americana de los años sesenta. Recogía
el desastre final de unos buscadores de oro que lo habían encontrado por
casualidad. Las imágenes de comienzo muestran la desolación y la derrota. La
gente se va; llueve torrencialmente; fango, barro y agua.
Lee Marvin, Ben Rumson, amante del güisqui y las
mujeres, está de vuelta de todo. Casi toca el final de su vida con la yema de
los dedos. Sus sueños no se han cumplido; parece que ahora, tampoco.
En el inicio del film camina en sentido contrario al
que lleva la gente que abandona. Unos
curiosos contemplan la escena. Lo miran indiferentes. Esquiva mulas, caballos y
carretas. Un conocido le sale al paso. Le pregunta si él también se marcha. Le
contesta que no.
El diálogo es corto, directo. “Hay dos clases de
gente, Ben, le comenta: los que se
quedan y los que se van. ¿Estás de acuerdo? Contesta, que no. “Hay dos clases
de gentes, responde: los que van a alguna parte y los que no van a ninguna
parte”.
La película podría haber pasado desapercibida. No es
el caso. No es un western aunque pueda
apuntarlo; es otra cosa. Tiene un tema musical extraordinario: “Estrella
errante”. El protagonista hace una exposición de su filosofía de vida. Estamos
marcados por la estrella del sino. Nos vio nacer, pero siempre – lo lanza en un mensaje
subliminal – hay que mirar hacia adelante.
España – los españoles – atravesamos unos caminos, a
pesar de la primavera florida que nos alumbra, con demasiado barro, obstáculos
y con fango excesivo. Parece que hay una huida hacia ninguna parte. Es posible
que se hayan nublado los horizontes.
El mensaje, claro: “nunca se curó nadie mirando
hacia atrás”. Es una llamada al optimismo. El horizonte, demasiado cargado, con
demasiadas nubes de tormenta amenazando en el cielo, el del firmamento y el
otro. Flota una excesiva desesperanza.
La voz ronca
del Lee Marvin pone un sello muy personal. Tiene el apoyo de un gran coro y una
magnífica orquestación pero, en el fondo, rompiéndolo todo, la música aguda de
una armónica. ¿Tendremos la suerte de escuchar una música de armónica estos
días?
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