domingo, 8 de mayo de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Memoria

Lucas ha escrito su segundo libro.  Lucas González Rengel  une en su nombre y apellido connotaciones de tres grandes: Lucas, que escribió uno de los Cuatro Evangelios. No es el caso; González, un proverbial defensa, - puesto en el que jugó este Lucas, el nuestro -,  del Málaga y Granada; tampoco. Y Rengel uno de los grandes  - de baloncesto, el que más - del periodismo deportivo de Málaga. Como que no.

Memoria grafíca del fútbol en Álora (1930-1970) es una joya del saber, del amor a un deporte, de la dedicación a la investigación pormenorizada, concienzuda, contratadas. Lucas  lo ha vivido, lo ha investigado y ha sabido llamar a la puerta oportuna. Ofrece algo único.

Sin este trabajo se habría perdido parte de la historia local de la Álora que llega de la mano del fútbol. Escribir un libro es dedicarle muchas horas. Lucas, le ha dedicado más. Y ahí resulta el trabajo espléndido.  Va a hacer brotar más de una lágrima a algunas glorias que aparecen en sus páginas.

La presentación, en el teatro Cervantes la hizo Antonio Espíldora, primo del Espíldora, que para nosotros era ‘Paquito Muñoz’, que jugó en la Olímpica Victoriana – quizá una premonición para ser el primer olímpico malagueño y perote aunque nacido en Ceuta, en el Madrid, Villarreal y Cádiz y a quien se homenajeó...y hermano de Juan Espíldora, el mejor portero en la historia del C.D. Álora.

Y para colmo Miguel Ruiz, “Pío” cantó por malagueñas y en Álora eso es como hablar de vinos en la casa Domecq o de toros en Zahariche.

Lucas quiere al fútbol y quiere a su pueblo. En este libro está la muestra. Lucas quiere a la gente que ha estado junto a él: en su misión de educador en el colegio San Francisco de Asís en Fuengirola o en sus experiencias de jugador y entrenador.


Lucas González Rengel es también el notario plástico de estas pequeñas cosas grandes de su pueblo, del pueblo llano, del pueblo acurrucado en el tiempo. Lo expone con la pulcritud. Le ha puesto muchas horas de trabajo y muchas de ilusión. Tiene las alforjas llena de cariño. Su obra, un hito – el segundo; vendrán más – y es al mismo tiempo un punto de encuentro en muchas tardes de recuerdos 


El equipo fue el "Pequeño Betis", años 30. Siglo XX

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