martes, 10 de mayo de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Catetos

Juan Ramón Jiménez, un cateto de Moguer, vio la luz en una casa blanca de  la calle de La Ribera; desde el mirador veía el mar. Pasó  la adolescencia con los jesuitas del Puerto; luego, la madurez en Madrid y el exilio y…

Se enamoró de muchas mujeres; se casó con Zenobia. Recordó a los pájaros cantando al caer la tarde. En 1956 obtuvo el Nobel de Literatura. Se entretuvo y nos regaló: “Platero y yo”.

Otro cateto de pueblo nació frente a las salinas de la Bahía. También pasó por los jesuitas, en su pueblo, y luego por Madrid y por Roma. Y vivió una guerra y un exilio y… dibujaba. ¡Dios cómo dibujaba!

Nos dijo que la paloma se empeñaba en equivocarse y que pensaba que el trigo era el mar y la calor la nevada, y tu corazón su casa. Rafael Alberti nació en el Puerto de Santa María.

Un cateto de Antequera nos descubrió las cosas, las muchas cosas del campo. Nos abrió los ojos delante de la encina en flor; y del barbecho y de los olivos en tramas, y supimos del vaho de la cuadra cuando abre el día y  del gañán que se acerca a la yunta. Se llamó José Antonio Muñoz  Rojas…

Los fusiles del odio lo segaron al amanecer. En el barranco de Viznar sonaron los tiros;  se escucharon en Fuente Vaqueros, su pueblo de la Vega, y en la Huerta de San Vicente y en la carreta muda de la Barraca que ya no andaría más por los caminos de España.

Nos contó cosas de la luna que bajaba a la fragua; y del río y las infidelidades; y, de un nieto de Camborios, de nombre Antonio que se fue a Sevilla, con una vara de mimbre a ver los toros; y que Nueva York era un huracán… Se llamaba Federico, Federico García Lorca. También, cateto de pueblo.

Otro cateto de Aználcazar, abre las puertas a la poesía y al campo. Ve cuando pasa el vuelo rápido del abejaruco, que vuela como si hubiera dormido sobre un arco iris recién pintado”.


“a Dios tocando el arpa de la lluvia”, y nos cuenta que los charcos son abiertas alcancías de agua, y que “el olor a manchón de río tienen mucho de olor a yerba fresca” Se llama Antonio García Barbeito.

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