lunes, 26 de octubre de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Sementeras

Con octubre llegaban las sementeras. Las lomas cambiaban el manto verde de  la yerba de la otoñada por un vestido pardo de tierra removida. Las lomas tenían cuadros a rayas; desde la lejanía eran cuadros de Benjamín Palencia.

El hombre sacaba la yunta temprano. Aparejaba los mulos. En uno de los cujones del serón colocaba los avíos de la comida, el cantarillo del agua, el zurriago…; en el otro un saco con la semilla.

El campo amanecía blanco con el rocío si durante la noche no había corrido el aire. Con los rayos de sol brillaba como puntadas de plata en un bordado al que no se le veía el bastidor. El vaho se levantaba en forma de humo blanco. Era el contraste de temperatura. Se abría paso la mañana.

Cuando el hombre llegaba a la haza ponía el hato debajo de un olivo, de un almendro o junto a algún majano. El hato era la referencia para el rengue, para el bocado a media mañana, para el almuerzo. Colgaba la talega de una rama;  junto al aparejo, el cantarillo del agua. El perrillo, acurrucado, hacía de guardián…

En la besana uncía la yunta. El ubio sobre los anterrollos; el ejero sujeto con la lavija. El hombre le ponía a los mulos unas jáquimas con anteojeras para que obligatoriamente mirasen siempre al frente…

Las manos del hombre eran ásperas, rudas. Con una mano asía la mancera; con la otra, c los cabestros de los mulos y el zurriago que tenía un látigo en uno de los extremos, en el otro  una cuña metálica para limpiar el barro del arado.

Hundía el arado en la tierra; tiraba la yunta, se abría el surco. Gemía el ventril prieto con las vilortas a la telera. Estaba grieteada la garganta; las orejas volcaban la tierra. De vez en cuando, el hombre levantaba el arado y limpiaba la hierra húmeda y caliente acumulada en la reja.


En la siembra de cereales, un muchacho por delante. Sacaba puñados de granos de una espuerta colgada en bandolera y  los esparcía, a voleo, con la mano medio abierta. Si eran habas, yeros, arvejones ‘pintaba’  por detrás. Los granos caían en el surco. Una banda de pajarillos cerraba el cortejo…

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