El humo llenó el cielo de la mañana; se hizo sitio entre
las nubes; el cielo dejó de ser azul. Ruido de sirenas roncas, agudas,
estridentes. Gente corriendo, voces. Dice el Diccionario que accidente es el
“suceso que altera el orden de las cosas”. Ya nada es igual. Uno busca las
causas; muchos ‘porqué’. Sin respuesta.
Elenita es una muchacha especial. Pequeñita de
estatura, sonriente, a veces, solitaria por la calle, casi siempre con prisa.
Elenita llegaba, algunas tardes, a la biblioteca municipal, echaba un rato con
los libros y con sus amigos. Elenita miraba con esa mirada especial que tienen
las personas de alma grande. Cuando se cansaba se iba… Elenita es cariñosa y
buena. La vida no la ha tratado bien. ¡Puñetera vida!
Verán. Al rato de apuntar el día, un incendio ha
sembrado la inquietud y el dolor. En la familia de las víctimas; en los amigos;
en los conocidos; en los transeúntes que pasaban por la calle. El incendio,
según dicen, se originó en el interior de una vivienda, en un piso.
Elenita – la persona más afectada – trasladada en
helicóptero al Virgen de Rocío, Hospital para quemados graves, en Sevilla; un
Guardia Civil, un bombero y un concejal heridos, con ingreso hospitalario,
incluido. ¿Habrá quien ponga en duda la generosidad de personas que dicen que hay más gente buena que
mala?
Ellos y otros han sufrido heridas o no han sufrido ninguna.
Es igual. Han demostrado generosidad, entrega, profesionalidad. Su vida ha
pasado a un plano secundario. Su vida no les ha importado. No lo han pensado.
Se han entregado sin más, sin pedir nada a cambio.
Conmoción. Ambulancias, sirenas, silbatos que
orientan e intentan regularizar….Un caos, uno más de los que se originan cuando
se presentan, sin avisar, a la chita callando, estos chapuces como el de esta
mañana en Álora.
Comprenderán que hoy esta ‘Hoja suelta del cuaderno
de bitácora’ quede falta de palabras y llena de deseos, como los que anidan en
todos los corazones de quienes las lean. Que todo haya quedado en un susto, muy
grande, pero ojalá sea solo eso: un susto.
Siento el suceso de Álora, querido Pepe. Ojalá, como dices, no haya sido mayor de lo que parece. Ojalá. Mi abrazo, amigo. Para ti y para Álora.
ResponderEliminarAntonio
Otro abrazo para ti, Maestro.
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