Comida de subsistencia. El campo lo aprovechaba todo: el
pan del día anterior; la hortaliza de temporada; la fruta que se viene con su
tiempo; o los ingredientes: espárragos silvestres, papas, habas… Todo le venía
bien.
El hombre estaba en el campo de sol a sol. El trabajo mucho;
el jornal, poco. Había que llenar el estómago. No siempre estaba el tajo
cercano y, además, al esfuerzo de cada día, le agregaba dos caminatas la de ida
y la de vuelta…
Los hombres echaban talega: un cuarterón de pan; algo de
complemento: tocino, morcilla, arencas… No daban los tiempos para más. El dueño
de la finca ponía los avíos o sea, la hortaliza (pimientos, tomates) agua y
aceite para el sofrito; el jornalero, el pan. El pan se migaba a pellizcos. En
todas las cuadrillas había un “sopero” que, a media mañana, arrancaba con la
faena.
Tres piedras, algo de hojarasca para encender la candela y
leña menuda. En una sartén se hacía el sofrito, en algunos sitios se le agregaba cebolla y
unas patatas fritas en rodajas y con poco canto… A las sopas – porque las sopas son secas – una
vez regadas con el sofrito no podía faltarle ni sobrarle humedad. Ni pan
mojado, ni pan seco. Todo en su punto.
Hay tantas recetas de sopas como ‘soperos’. Se servían en un
lebrillo o en plato de ‘graná’ grande. Se comían en común: cucharada y paso atrás.
Se acompañaba con uvas, chumbos, pepinos, granadas, higos, ‘cajelillas’…
Las sopas eran plato del campo… y del pueblo. Con el resto que quedaba en el
fondo del plato se hacía el bolo, o sea, algo más de aceite, alguna latilla de
atún, un par de huevos duros picados... Si alguien era muy tragón, tenía el
sambenito: “quiere sopa y bolo”.
Multitud de
anécdotas. El andaluz se habla pero no se escribe. Padre e hijo dan cuentan de
un buen plato. El niño informa:
-
Papá
mojha, papá mojha…
El padre, a lo suyo. Ni caso…
-
Papá
mojha, papá mojha…
-
Niño ¿cómo voy a mojar si son sopas?
-
No, papá
mojha, mojha.
Levanta la cabeza. En la puerta dos Hermanitas de los Pobres
del Asilo del Valle que pedían de puerta en puerta…
Otra.
-
Échele , usted aceite que salgan sabrositas…
-
Mira, que mi casas siempre ha tenío mu güen
sonío…
-
Sí , pero ya solo quea la lengüeta…
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