Nos vamos hoy
de sierra. A la Sierra de Huelva. Entramos – luego, si quieres, también salimos
– de la mano de Barbeito. Escribió algo precioso en “Pueblos en mancomunidad” y
contó: “el forastero vino por aquí hace muchos años y se arrodilló y lloro de
emoción, cuando en la madrugada, vio
venir a medio pueblo cantando el mismo fandango…”
El viajero que
te escribe llegó un medio día de verano. El verano en la sierra es esplendor y
agua y vida y belleza escondida. Entonces el viajero no conocía a Pepito Romero
José, que es perita y que, además, se encuentró con antiguos alumnos míos en
Santiago – con lo lejos que está eso – y va el tío y se lo dice a Barbeito y me
manda recuerdos…
La almunia
dice la toponimia que es la “huerta”. Porque acabamos de entrar en Almonaster
la Real me tomo la licencia de apuntártelo. Higueras, ciruelos, melocotoneros
crecen a orillas de los cauces de agua y certifican lo que te digo.
Toma apellido
– ‘la Real’ - del rey Fernando III, que por
aquel entonces aún no era ‘el Santo’, que la conquista cuando la emprende con
los pueblos de la ribera derecha del
Guadalquivir camino de Sevilla.
Vas a oír el canto
de los pájaros y te vas a deleitar oteando un horizonte de suaves colinas
cubiertas por un manto verde y tupido. Sobre el azul del cielo de seguro que se
recortarán las siluetas de la
Concepción y del
castillo. Cinco siglos de historia tienes ante tus ojos.
Deja el coche
en la plaza del Llano, centro de la población; súbete hasta la fortaleza. Después de la
visita a la mezquita pasea por el pueblo. Te vas a encontrar con un
conglomerado de estilos. Mudéjar, gótico y hasta una magnífica obra –Puerta del
Perdón– de estilo manuelino.
Cuando te
vayas, piensa en los ojos negros que te vieron desde detrás de una puerta
aunque tú no los vistes - ¿o sí? -, y en noches de fandangos y en Cruces de
Mayo…y quédate con la esencia de Barbeito: “Si
quieres que yo me crea / ese querer que tú sientes / me lo tienes que jurar /
ante la Cruz de la Fuente / de Almonaster la Real”.