miércoles, 11 de diciembre de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. ¿Está muy lejos Siria?

 

 


11 de diciembre, miércoles. Dicen que “aunque estaba la noche serena por todos los campos la nieve caía…”; dicen que un lugar lejano, entre montañas, había un establo y animales, y allí - en el establo - buscó refugio para pasar la noche una pareja que iba de camino porque no había posada para ellos.

Dicen que había una la llanura y que por la llanura corría un río de aguas claras. En el río lavaban las mujeres y tendían la ropita limpia en el romero y en el tomillo. Y que un gañán araba con una yunta de vacas, y que unos reyes venían de lejos, de muy lejos… Los guiaba una estrella que no era de papel de plata, no. Era una estrella de las de verdad.

Dicen que allí, en aquella tierra la gente sigue matándose unos a otros y no han aprendido nada de la lección de amor y de entrega que pregonó aquel Niño perdido en el pesebre de un establo desde el silencio, ese que se escucha por dentro pero que algunos no quieren oír.

Dicen que ahora, casi al lado, la revoluciones – la radio informaba que no estaba claro si habían salido de Málaga para entrar en Malagón – están tan sencillas como los espárragos en los otoños lluviosos.

Dicen otras cosas horribles. El hombre que gobernaba el país – es una expresión retorica y poco más – lleva sobre sus espaldas una cifra cercana a cien mil personas muertas, encierros horribles en cárceles de terror, tropecientos mil exiliados que han buscado refugio en países del entorno o en otros más lejanos.

Dicen, por si fuera poco, todo este calvario de sufrimientos que entre él y sus familiares más allegados que ocupaban todos los centros de poder han expoliado al país – que creían que era suyo – una cifra cercana a los veinte mil millones de dólares…

De verdad que me cuesta pensar que todo esto sea posible. A lo mejor uno va a tener que creer que ciertas cosas son verdaderas. Pero, oigan, que cuesta admitir que tanta barbaridad anide en el corazón de los hombres.

 

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