martes, 24 de diciembre de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nochebuena

 

                                       



24 de diciembre, martes. Señor dicen los papeles que, en el Mundo Occidental, hoy, esta noche, por más señas, celebramos ese momento en que Tú decidiste venir al Mundo…

Cuentan, aunque no sabemos en qué estación del año se estaba, que un grupo de pastores hacían turnos para guardar el rebaño y que entonces, un reflejo de luz muy potente protegía a un Ángel y que les dijo que no tuviesen miedo pero que un pequeño pueblo, o sea, en las afueras, en un establo estabas Tú, tu madre, María y José…

Ellos se pusieron en camino y te llevaban cosillas de las que tenían. En algunos sitios cantan que te llevaron requesón y miel… ¡Fíjate, Tú tan chico comiendo requesón!

Nuestra tierra, o sea la tuya, ahora se ha vestido de verde. La otoñada ha sido muy tardía y con unas lluvias… Bueno. ¡Qué te cuento! Envíales, si te parece bien algo de ayuda y consuelo a la gente que ha perdido mucho, muchísimo. Lo de las vidas que se han ido… Eso ya sabes, sólo Tú tienes el bálsamo para mitigar tanta pena.

En otros sitios los hombres se han cegados. Han perdido de vista, en su ceguera, que los del otro lado son también hombres como ellos y que los niños de los otros son iguales que los niños de ellos. Dales, si te parece, un poco de cordura y un corazón más grande y menos ruin para que dejen de matarse unos a otros.

Las alambradas se dan las manos entres sus propios alambres y los hombres nos empeñamos en regalarlos odio, rencor, inquina, desencuentro. Tenemos poco arreglo y eso que Tú dijiste que nos hacías semejantes a Ti, pero como eres tan generoso también nos diste la libertad y algunos, ya ves, no somos capaces de usarla en la medida en que nos la regalaste. Se te olvidó algo: las cosas regaladas son las que menos se valoran. ¿Nos entiendes ahora mejor? Bueno, Tú lo entiendes todo.

Esta noche algunos, en muchos sitios, van a sufrir los disparates de las guerras, las carestías materiales, el frío de no poder dormir bajo un techo, la soledad y el abandono. Demasiadas cosas juntas….

A mí en esta noche que llamamos Nochebuena, se me ocurre pedirte que nos concedas lo que más necesitamos. Tú nos conoces mejor que nadie. Tú sabes de nuestras respuestas que nos salen del corazón. Así que ahí, te dejo el encargo. Si te parece bien, si no los lo quieres dar entero, al menos una parte, para que mañana cuando salga el Sol, que eres Tú, podamos volver a decir: Gracias Señor porque no nos has dejado de tu mano.

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