3 de diciembre, martes. Se
llamaba Nicolás y era de Florencia. Ha llegado hasta nosotros con un mucho de
leyenda y falta total de escrúpulos. La pintura más difundida da la imagen de
un hombre frío, de mirada que ve más allá de lo traspuesto y de semisonrisa
entre burlona y grotesca.
Enjuto de carnes, mentón
pronunciado y casi rectangular, boca ni muy grande ni muy pequeña, de nariz
prominente y entradas pronunciadas en una cabeza cubierta de pelo negro y liso.
No eran grandes sus orejas y poseía una cara huesuda con las sienes un poco
hundidas. Sus ojos no infundían confianza.
Maquiavelo que ese era su
apellido está considerado como el fundador del pensamiento político implantado
en occidente desde el Renacimiento hasta nuestros días. Vivió en Florencia
donde había nacido en mayo de 1469. Su vida transcurre a caballo entre los
siglos XV y XVI. Su familia no estaba considerada como una de las grandes
familias que influían en la capital de la Toscana en aquel tiempo.
Creció bajo la sombra de
Lorenzo de Médicis a quien se conocía como Lorenzo el Magnífico. Su educación
esmerada y su cerebro privilegio le permitieron erigirse como la cabeza
política más privilegiada de aquel tiempo y de otras que vinieron después.
A la caída de los Médicis toman
las riendas de la ciudad los ‘signori’. Le dan cargos públicos relevancia y se
erige en el árbitro de la política de aquel tiempo y que, aún hoy en día, tiene
enorme vigencia. Su carencia de escrúpulos le hacía olvidar rápidamente los
favores que otros le habían hecho.
A la vuelta de los Médicis al
poder no le perdonaron la traición que sentían que había venido de sus manos.
Se apartó aparentemente del política y retirado al campo escribió una obra, El
Príncipe, que se decía iba destinada a la educación de los futuros
gobernantes. Sus sentencias, siglos después tienen una vigencia asombrosa y son
seguidas a pie juntillas por gobernantes de todas las ideologías: “El fin
justifica los medios”, es quizá la más extendida de todas.
Pero hay más: “Los príncipes
deben ejecutar a través de otros las medidas que puedan acarrearles odio, y
ejecutar por sí mismos aquellas que les reportan el favor de los súbditos”.
Vivimos días convulsos. Los valores parecen que han
pasado a otro plano y se justifican, o al menos esa es la apariencia, conductas
de difícil comprensión para el ciudadano de a pie que asiste insólito a
espectáculos esperpénticos cuando menos.
Nicolás Maquiavelo murió a los 58 años, en junio de
1527, en Florencia, su ciudad.
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