martes, 3 de diciembre de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nicolás, el otro

 



3 de diciembre, martes. Se llamaba Nicolás y era de Florencia. Ha llegado hasta nosotros con un mucho de leyenda y falta total de escrúpulos. La pintura más difundida da la imagen de un hombre frío, de mirada que ve más allá de lo traspuesto y de semisonrisa entre burlona y grotesca.

Enjuto de carnes, mentón pronunciado y casi rectangular, boca ni muy grande ni muy pequeña, de nariz prominente y entradas pronunciadas en una cabeza cubierta de pelo negro y liso. No eran grandes sus orejas y poseía una cara huesuda con las sienes un poco hundidas. Sus ojos no infundían confianza.

Maquiavelo que ese era su apellido está considerado como el fundador del pensamiento político implantado en occidente desde el Renacimiento hasta nuestros días. Vivió en Florencia donde había nacido en mayo de 1469. Su vida transcurre a caballo entre los siglos XV y XVI. Su familia no estaba considerada como una de las grandes familias que influían en la capital de la Toscana en aquel tiempo.

Creció bajo la sombra de Lorenzo de Médicis a quien se conocía como Lorenzo el Magnífico. Su educación esmerada y su cerebro privilegio le permitieron erigirse como la cabeza política más privilegiada de aquel tiempo y de otras que vinieron después.

A la caída de los Médicis toman las riendas de la ciudad los ‘signori’. Le dan cargos públicos relevancia y se erige en el árbitro de la política de aquel tiempo y que, aún hoy en día, tiene enorme vigencia. Su carencia de escrúpulos le hacía olvidar rápidamente los favores que otros le habían hecho.

A la vuelta de los Médicis al poder no le perdonaron la traición que sentían que había venido de sus manos. Se apartó aparentemente del política y retirado al campo escribió una obra, El Príncipe, que se decía iba destinada a la educación de los futuros gobernantes. Sus sentencias, siglos después tienen una vigencia asombrosa y son seguidas a pie juntillas por gobernantes de todas las ideologías: “El fin justifica los medios”, es quizá la más extendida de todas.

Pero hay más: “Los príncipes deben ejecutar a través de otros las medidas que puedan acarrearles odio, y ejecutar por sí mismos aquellas que les reportan el favor de los súbditos”.

Vivimos días convulsos. Los valores parecen que han pasado a otro plano y se justifican, o al menos esa es la apariencia, conductas de difícil comprensión para el ciudadano de a pie que asiste insólito a espectáculos esperpénticos cuando menos.

Nicolás Maquiavelo murió a los 58 años, en junio de 1527, en Florencia, su ciudad.

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