6 de diciembre, viernes. Fue
un historiador romano. Escribió La Historia de Roma en ciento cuarenta libros.
La tituló Ab urbe Condita, o sea, ‘Desde la fundación de la ciudad”.
Narra el período de tiempo transcurrido entre la llegada de Eneas personaje
mítico que tras la Guerra de Troya arribó, en su huida, a las costas del Lacio
(de ahí latinos) hasta la muerte del pretor Druso el Mayor.
Tito Livio hizo una gran labor
histórica. A nosotros -cuando yo era muchacho - se nos encomendó su traducción (eso
de traducir, obviamente, es un decir) y lo que salió de allí, pues eso… A mí,
es uno de los personajes que siempre me ‘ha caído bien’. Parece que no era de
esos romanos crueles que, en ocasiones, nos muestran las películas.
Nació en Padua Patavium,
en la región norte de Italia cerca de Venecia, Vicenza y Treviso. (De ahí que
él firmase como Tito Livio Patavino). Padua está en una llanura con agua
abundante y terrenos y con una red de canales que la distribuye de manera
ordenada. La ciudad tuvo presencia activa, en la cultura en el Tecento. Continuó
muchos años después de la muerte del historiador que, en sus años de madurez, desde
Roma volvió a su ciudad. En ella trabajaron, entre otros, Donatello – autor de
una estatua ecuestre, el Gattamelata, Galileo Galilei…
En Padua, se venera a San Antonio,
el Santo – Basilia del Santo, de inconmensurable valor artístico – En su
lugar, según Tito Livio se había levantado un templo a Juno, diosa del
matrimonio, la fertilidad y la familia, y a donde llevaban trofeos de guerra en
señal de veneración. No hay vestigios ni restos arqueológicos que lo
testifiquen.
Tito Livio está considerado
como un gran historiador romano. Entraba en la historia penetrando en las
personalidades que analizaba sin caer en la política partidista ni en
rivalidades. Desde su propia personalidad que forjó en su juventud en Padua
hizo sentir los males morales de su tiempo con una manera propia de contarlo.
Su prosa, agradable, amena, ágil
y directa sin rebuscamientos retóricos que sí fueron utilizados por otros escritores
como el caso de Cicerón o sin las alabanzas que propiciaron otros como Julio
César. No llegó a la verosimilitud de Tácito, coetáneo suyo quizá el mejore
historiador y estilistas que escribió en lengua latina. Se cree que nació sobre
el 59 a. c. y murió el 17 d. C. en Padua.
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