domingo, 1 de diciembre de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Se llamaba Manuel

 

                 


1 de diciembre, domingo “No estás tan sola sin mí. / Mi soledad te acompaña. / Yo desterrado, tú ausente. / ¿Quién de los dos tiene patria? Harto de andar caminos se quedó una tarde de verano en la carretera, en el Defiladero de Pancorbo, carretera de Burgos… Había nacido en el Limonar Alto donde si llegaba la brisa: “Nos une el cielo y el mar”. Impresor, editor. Formación sólida en los jesuitas de El Palo.  ¿Qué sería de Caracola y de Litoral sin Altolaguirre? Generación del 27, amistad con Buñuel, Picasso, Salinas (lo llamó el “don Juan de las imprentas"). Marcado por la guerra en sus hermanos y en los amigos. Exilios: Cuba y México. Se llamaba Manuel y era de… Málaga.

“Ay, mi Málaga la bella, el Rey te quiere vender / el que a Málaga comprare dineros ha de tener…” Lo dejó musicado en una “Malagueña” (no sé si se ha hecho pública más allá de las corales…) el padre Gámez, que nació en Fuengirola y murió unos días después de inaugurase la glorieta con su nombre en la calle de la Amargura. Fundó la Cofradía del Monte Calvario y la Coral de Santa María de la Victoria. Elegante, pulcro en sus formas y en sus obras. Se llamaba Manuel y era de… Málaga.

De su puño y letra me dedicó, Don Diego Altamirano, “A Pepe Morales, buen perote…” Ahí aparece un antepasado tuyo, me dijo.  Era una tarde de invierno. Primo de Picasso, Blasco Alarcón dejo de vivir en calle Denis Belgrano, cerca de Santiago y se fue a tomarle el pulso a Torremolinos. Decorador, creador de mubles antiguos, conversador hábil. Al final de su vida dejó un montón de lienzos con el sello del cubismo y, otros, los más importantes, con el de la impronta naïf… Se llamaba Manuel y era de… Málaga.

“Al Cristo de la Buena Muerte, no se le piden cosas para el trayecto, sino para la llegada…” Ese que, cuando dio las tres voces, las oyeron en Santo Domingo, en las tinieblas y en la Legión”. El maestro Alcántara se sentaba en su terraza ‘en el rincón del Rincón’ para ver los barcos cómo iban por el horizonte y cómo venían a dar las olas en el rebalaje de la playa. Proclamó, también, en la oración memorable del Jueves Santo “cuando Málaga es un altar en cada esquina y en cada plaza: “Queremos ver -dijo -  una lágrima postrera. / El último favor que va poder hacernos. / Ayudarnos a bien morir” Se llamaba Manuel y era de… Málaga.

 

 




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