7 de diciembre, sábado. Desde los primeros tiempos del cristianismo la Inmaculada Concepción de María – no hay que confundirlo con la Virginidad de María – fue aceptaba por todo el orbe cristiano. Se extendió entre todos los creyentes, aunque no estuvo exento de polémicas. Se aceptaba que la Virgen no tuvo mancha del pecado original desde el primer momento de su concepción.
El pueblo, además lo llevó a su literatura. La dificultad de la naturaleza tan abstracta hizo que en la iconografía primera no apareciese. Hasta nuestro Siglo de Oro: Ribera, El Greco y, sobre todos, Murillo la llevaron a sus lienzos..
Los franciscanos fueron sus grandes defensores del Dogma. San Buenaventura (c. 1217-1274). Insinúa la solución verdadera y se declara partidario de la opinión maculista (María fue santificada después de la concepción, aunque antes de nacer) y escribe: «Algunos dicen que en el alma de la Santísima Virgen la gracia de la santificación se adelantó a la mancha del pecado original...”
Juan Duns Escoto (c.1266-1308), plantea. “¿Fue concebida María sin pecado original? “No presupone ni prejuzga nada, pero tiene un sentido claro y terminante. Arranca de la idea que tiene del pecado de origen, hoy común a todos los teólogos. Para él, el pecado original no consiste más que en la negación de la gracia que se debiera poseer. Y por eso no ha de preguntarse nada sobre la carne, como hacían los anteriores. Responde que María no fue concebida en pecado y afirma “que en Adán todos pecaron y que en Cristo y por Cristo todos fueron redimidos. Y que si todos, también, Ella”.
Una cadena de “triunfos” lleva hasta el Concilio de Trento que, al hablar de la universalidad del pecado proclama: «Declara, sin embargo, este santo Concilio que, al hablar del pecado original, no intenta comprender a la bienaventurada e inmaculada Virgen María, sino que hay que observar sobre esto lo establecido por Sixto IV».
El Papa Pío IX, da el último paso para la suprema exaltación de la Virgen, definiendo el dogma de su Concepción Inmaculada. Consulta, epistolarmente al colegio episcopal, que, sin estar reunido en Concilio, “soluciona” el problema dando su confirmación afirmativa.
El día 8 de diciembre de 1854, rodeado de 92 Obispos, 54 Arzobispos, 43 Cardenales y de una multitud del pueblo, definía como dogma de fe el gran privilegio de la Virgen.
En 1417 se consideró en Sevilla fiesta el día 8
de diciembre; en España se celebra a la Inmaculada como patrona y protectora de la Infantería desde 1644, años
después del milagro de Empel, en 1485, durante
las guerras en Flandes…
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